Hay puntos como los cosechados ante el Racing y el Tenerife que dejan un sabor de boca horripilante por no ser reflejo de los ocurrido en el transcurso de los partidos, pero en cambio el empate rascado ayer en Tenerife es de los que dejan la sensación de que el bagaje se encuentra por encima de los méritos realizador. Y el premio pudo haber sido superior si no llega a mediar un colegiado en exceso quisquilloso que no dudó en sacar dos amarillas consecutivas, la segunda de ellas en exceso rigurosa, a Unai Medina, lo que dejó al Deportivo Alavés en inferioridad durante media hora ante un cuadro chicharrero tremendamente ofensivo en busca de la remontada tras el tanto de Vélez en el único disparo a puerta en todo el partido de los vitorianos.

Sorprendió de inicio Alberto dejando en el banquillo a un futbolista como Raúl García que había jugado todos los minutos ligueros para dar entrada a un Xabi Castillo que solo había disputado 38 minutos contra el Sabadell y el duelo copero contra Osasuna por culpa de sus persistentes problemas físicos y también perfiló un centro del campo de marcado nivel físico con la presencia de Toribio como ancla con Beobide, titular ayer por vez primera, y Manu García por delante para tratar de ahogar el juego del Tenerife y buscar la recuperación de balón y la rápida salida a la contra.

En partidos de este tipo, ante rivales de enorme calidad arriba, cometer el mínimo de errores es fundamental. Y a punto estuvo de pagarlo caro el cuadro albiazul en un mal pase de Toribio que acabó con un disparo al palo de Carlos Ruiz. Los problemas en la salida con el balón tras la recuperación se convirtieron en una constante en los primeros minutos y conllevaron un perjuicio por partida doble, ya que al mismo tiempo que perdió sus opciones de salir a la contra el cuadro alavesista sufrió al entregarle el esférico a los chicharreros en condiciones ventajosas para irse arriba. Pocos espacios, muchas piernas, golpes de todos los colores y escaso fútbol en un duelo en el que ambos contendientes eran incapaces de actuar con cierta templanza.

Era el partido un correcalles constante con jugadores yendo y viniendo de un lado a otro y el balón circulando sin orden ni concierto y ahí apareció la figura de un Vélez que en el medio del caos se sacó de la chistera un derechazo muy lejano después de otra pérdida del Tenerife propiciada por la presión albiazul. El disparo del navarro, sin pensarlo demasiado, se envenenó con dos botes y sorprendió a un Roberto que ni le lejos se esperaba un remate desde esa distancia para así adelantar a un Alavés que ni siquiera se había asomado al área local.

Si estaba loco el partido, con el gol vitoriano todavía fue a más. El Tenerife se volcó en el ataque con más ganas que cabeza y sus llegadas no acababan de concretarse por su incapacidad para tener presencia en el área de un Manu Fernández muy acertado en todas sus intervenciones. Pérdidas, recuperaciones, idas, venidas... Muchos fallos y pocos aciertos. Como si el balón hubiese dejado de ser redondo. Un caos absoluto en lo futbolístico con una constante sensación de descontrol por parte de los dos contendientes, pero con ventaja alavesista muy jugosa cuando se llegó al descanso.

Salió a por el empate el Tenerife en la segunda parte y el Alavés juntó sus líneas para tratar de aguantar las acometidas. Pero si no iba a resultar fácil resistir ya en esa situación ,a tesitura se complicó aún más cuando Medina fue expulsado con dos amarillas en un margen inferior a los dos minutos y cuando aún quedaba media hora por jugarse. El acoso se convirtió ya en una constante con todo el equipo pertrechado en torno a Manu Fernández con más corazón que cabeza y la perenne acometida de un volcado equipo local acabó por encontrar su objetivo cuando, tras una nueva gran acción de Suso, Ifrán batió con calidad al meta asturiano. Había que resistir, aferrarse con uñas y dientes a un punto muy bueno en esas condiciones y El Glorioso se encomendó a su defensa y a ese punto de fortuna que en otras ocasiones le dio la espalda para sumar de nuevo.

Un punto de suerte. La fortuna no ha sido compañera de viaje del Alavés en la mayoría de los partidos, pero ayer estuvo de cara en el Heliodoro Rodríguez López. El gol de Vélez en el único disparo a puerta contrastó con las muchas oportunidades de que dispuso un Tenerife que se chocó una y otra vez con la zaga albiazul y Manu Fernández. Eso sí, sin la expulsión de Medina se podía haber ganado.

El guardameta asturiano cuajó una actuación sensacional y fue clave para sumar un punto en la visita al Tenerife con unas cuantas intervenciones determinantes y siendo muy seguro.

Tras una gran primera parte llevando peligro por su banda, recibió dos amarillas -la segunda de ellas muy discutible- en apenas un par de minutos y su expulsión resultó determinante.

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0-1, minuto 27: Vélez. Balón recuperado en posición adelantada y Vélez no se lo piensa y saca un disparo lejano que se envenena tras botar dos veces y que Roberto no puede atajar.

1-1, minuto 76: Ifrán. Internada por la derecha de Suso que pone el balón en el ñárea y el uruguayo controla y regatea al central para batir a Manu.

Expulsó por doble amarilla a Unai Medina (minutos 57 y 59). Amonestó a Barreiro (minuto 12), Vitolo (minuto 55), Manu Fernández (minuto 89) y Suso (minuto 92).

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