Vitoria - La repentina desaparición de Manu Barreiro de los planes de Alberto había protagonizado muchos minutos en los debates del alavesismo a lo largo de las últimas semanas porque casi nadie se explicaba las escasas oportunidades que estaba disfrutando el delantero gallego después de haber jugado bastante en los primeros compromisos ligueros. Ni siquiera en partidos igualados en los que el Deportivo Alavés necesitaba alternativas ofensivas había tenido oportunidades el punta de Santiago de Compostela, que no salió ante el Llagostera y entró con muy pocos minutos por jugarse ante Zaragoza y Mallorca. Ranko Despotovic le había adelantado y en ausencia del serbio el preparador irundarra había apostado por Ion Vélez en punta, como ocurrió también ayer.

La Copa es el torneo en los que los futbolistas que menos minutos tienen pueden aprovechar para reivindicarse y Barreiro lo hizo a la perfección en Anduva con su primer gol con la camiseta azul y blanca. El delantero fue de lo mejor del Alavés en la visita al Mirandés y estuvo oportunista para hacer diana justo cuando el duelo expiraba y amenazaba con marcharse a la prórroga. Gol de oro por la clasificación y por su importancia de cara al futuro con la eliminatoria ante el Espanyol que supondrá un acicate para el club en lo deportivo y en lo económico.

Tras esos 90 minutos en Miranda, el gallego partió ayer de nuevo desde el banquillo. Alberto optó de inicio por dejar a sus dos delanteros puros en el banquillo, con Vélez de nuevo en punta para tratar de sacar provecho de su velocidad y trabajo. Pero el navarro se chocó de nuevo con sus problemas en el remate y no pudo convertir en gol ninguna de las buenas ocasiones de que dispuso. Se repetía de nuevo un episodio de sobra conocido para este equipo, que ya en jornadas precedentes había evidenciado unos graves problemas para sacar provecho de las muchas oportunidades generadas, tanto en juego como a balón parado. Un mal que ha conllevado la pérdida de muchos puntos.

Quedaba apenas un cuarto de hora cuando Alberto se giró hacia su banquillo. Sangalli había dicho basta físicamente y el irundarra optó por Barreiro en busca del gol que desequilibrase el partido y diese a los albiazules los tres puntos y una cuota importante de tranquilidad. La apuesta acabó siendo ganadora, ya que el compostelano destapó el tarro de las esencias para completar una semana de auténtica fantasía con un nuevo gol decisivo.

La pelea de Beobide para recuperar un balón perdido que le llegó a Barreiro a los pies para abrirlo a toda velocidad hacia Toti en la banda izquierda. Centro pasado del salmantino para que la figura de O Zlatan de Cantaleta hiciese honor a su apodo. Con sus más de 190 centímetros, se elevó por encima de todo el mundo. Pero no para rematar de cabeza. Se sacó de la chistera un remate acrobático de genio maravilloso para sentenciar el triunfo.

Beobide. La sorpresa ayer entre todos los seguidores del Alavés fue evidente al ver a Beobide en el banquillo cuando se suponía -nada había dicho el club- que el azpeitiarra se encontraba lesionado y no había entrenado en toda la semana.