Vitoria - No había dudas sobre la continuidad de Javier Zubillaga en Vitoria desde que Josean Querejeta la dio por hecha al día siguiente de que el equipo se asegurara la permanencia de manera agónica en Jaén pero faltaba la confirmación oficial. Una rúbrica pública que llegó en la jornada de ayer y que aportó, además, una pequeña sorpresa en cuanto a la duración del nuevo contrato que unirá a ambas partes. Y es que el guipuzcoano ha renovado por dos temporadas.

Una decisión que debe considerarse una demostración de confianza por parte de los responsables de la entidad del Paseo de Cervantes y un premio a su trabajo, que consideran que ha cumplido con los objetivos planteados al inicio del mismo.

Zubillaga aterrizó en Mendizorroza en el verano de 2012 para comandar la dirección deportiva albiazul después de que el primer proyecto encabezado por Josean Querejeta se hubiese cerrado con un estrepitoso fracaso. En ese primer ejercicio, puso a Natxo González al frente del equipo y conquistó con solvencia el ansiado ascenso a la categoría de plata. Esta recién concluida campaña, sin embargo, no ha sido ni mucho menos tan redonda. Con graves problemas para cerrar los fichajes, se cerró la plantilla a última hora y con retales que el tiempo se encargó de demostrar que no tenían el nivel suficiente. Tras dos cambios de entrenador y apuntalar el equipo en el mercado de invierno, finalmente se logró el objetivo de la salvación en el último suspiro. Pero, en el camino, la afición albiazul mostró en repetidas ocasiones y con claridad su opinión negativa sobre el trabajo de Zubillaga, exigiéndole que dimitiera.

Una marcha que no solo no se produjo sino que se ha terminado convirtiendo en una ampliación de contrato de dos años. Una duración también sorprendente por cuanto habitualmente el técnico guipuzcoano acostumbra a comprometerse por una única temporada que se va ampliando o no en función de los resultados obtenidos.

En cualquier caso, lo que resulta evidente es que la confianza de Josean Querejeta en Javier Zubillaga es total y que, una vez más, dispondrá de libertad absoluta para confeccionar el proyecto que dispute la próxima campaña. Un ejercicio en el que, como mínimo, el objetivo tiene que ser pasar muchos menos apuros que el actual y, por otro lado, tratar de que la paz social regrese y el secretario técnico no se convierta en el centro de la polémica por sus actuaciones.