Eibar - ¡Vaya semanita!

-Bueno, sobre todo para el entorno. Nosotros al final en el día a día lo estamos llevando muy similar, pero sí que es verdad que hay una repercusión alrededor diferente, pero nosotros tenemos claro que eso no nos puede distraer ahora.

Entre la ampliación de capital y la posibilidad de subir a Primera, han puesto Eibar en el mapa.

-La verdad es que sí, sobre todo por el tema de la ampliación de capital. La marca Eibar tiene ahora repercusión incluso fuera del país. Eso es bueno y hay que aprovecharlo para, por esa vía, llegar a lo que realmente es importante que ahora es la capitalización, que nos preocupa.

En este sentido, desde fuera da la sensación de que el empuje deportivo, sobre todo si se asciende, puede ser fundamental para conseguir esos 1,7 millones de euros.

-Es posible que el escenario del ascenso ayude, pero yo es algo que sigo viendo lejos y complicado, mucho más de lo que la gente cree. La verdad es que a día de hoy estar en esas posiciones ha sido beneficioso para que la ampliación tenga una mayor aceptación social.

Lo que parece evidente es que si el Eibar consigue el ascenso a Primera no va a acabar en Segunda B.

-Yo creo que aunque no suba no debe de bajar el Eibar a Segunda B. La ley que está encima de la mesa está hecha para el que no juega limpio y resulta que al que juega limpio se le trata exactamente igual.

Hay mucha preocupación.

-Mucha. Intentamos que los jugadores se aíslen, pero es algo que, desde la injusticia y que no tiene razón de ser, te obliga a jugar otro partido que es extremadamente difícil. En eso estamos, sobre todo el presidente al que le faltan horas para buscar dinero.

El de la ampliación es el tema de las penas, pero el deportivo es el de las alegrías. Falta la guinda.

-El casi nada que queda hay que confirmarlo y cuando estás dentro y eres parte implicada las cosas se ven desde otro enfoque. Es verdad que la situación a falta de tres jornadas es ventajosa, pero con la igualdad que hay en esta categoría de una semana a otra todo puede cambiar. Dependemos de nosotros mismos, pero los tres últimos kilómetros de la maratón de 42 son los más difíciles, los más duros y donde todos aprietan. Tenemos que dar un plus, pero hemos visto que el equipo está bien. En Riazor, ante 30.000 personas, contra el líder y con 1-0 al descanso, salimos en la segunda parte y estuvimos cerca de la victoria. Hay fiabilidad.

Es el momento de mantener los nervios templados y que todo lo bueno hecho hasta ahora no se suba de repente a la cabeza.

-Cuando estamos en esta situación aquí ya no se puede dudar. A falta de tres jornadas estamos segundos y eso quiere decir que mucho hemos hecho bien. Ahora no podemos frenarnos en la carrera. Vamos a seguir dando pasitos. Hagamos lo que hagamos, la nota va a ser alta, pero también es verdad que cuando estás cerca de la cima si no logras culminarla te queda la duda. Lo has hecho muy bien, pero... Eso es algo que tenemos que evitar y tenemos máxima confianza siempre sabiendo de la dificultad que tiene. Se está dando por segura una cosa que no es tan fácil de conseguir.

¿Cómo se construye un equipo que está cerca de subir a Primera después de ascender hace solo un año a Segunda División?

-Hemos querido que se dieran varias cosas que al final han funcionado. La estabilidad del club es determinante. El presidente deja trabajar sin problemas y no tienes presión o incomodidad. Bajando una escalera más, contamos con un cuerpo técnico fiable, trabajador, que sabe manejar el grupo, que han sido exjugadores, que saben tocar la tecla... Los jugadores que manteníamos del año pasado creen en el juego y están implicados con el club y eso es capital. Los futbolistas son los máximos responsables de esta película y los que están haciendo que el Eibar tenga un valor mucho mayor que hace un año. Es fundamental la estabilidad, la tranquilidad con la que se hacen las cosas y lo bien definidas que están las competencias.

Hace un año suprimen el filial por razones económicas y ese equipo de Tercera División estaba entrenado por Gaizka Garitano, al que le dan los mandos del primer plantel, logra el ascenso a Segunda y ahora tiene al Eibar a las puertas de Primera con un juego que dista mucho de ese manido pelotazo en largo y pelea en Ipurua.

-El fútbol ha evolucionado y es difícil que según pasan los años te quedes estancado. Hay una frase que dice que el Eibar juega al pelotazo que alguien dijo en su momento y ahí se ha quedado, pero eso no es verdad. En su momento, cuando se hablaba de eso, el Eibar sacó un rendimiento máximo a jugadores que no eran profesionales y que todos ellos eran vascos y eso tenía un valor incalculable. Cuando se dijo eso era porque había muchos clubes que no le ganaban al Eibar. A partir de ahí, el fútbol ha evolucionado y tenemos un estilo diferente, con un entrenador que tiene unas ideas que hacen que los jugadores crean en él. De Garitano diría que es el caviar que teníamos en el frigorífico y que ya sabíamos los que estábamos dentro lo que era. Cuando lo hemos sacado, a todo el mundo le ha gustado nuestro caviar. De Gaizka, honradez, humildad, sacrificio, dedicación, pasión... Reúne todo para que esto esté al nivel que está.

Tras el ascenso, en verano optaron por mantener a la mayoría de la plantilla, buscar refuerzos en Segunda B y lograr unas cuantas cesiones. Y lo que debería haber sido una plantilla para luchar por la permanencia se ha convertido en otra cosa bien distinta.

-Nosotros siempre buscamos jugadores que tengan hambre. Les ofrecemos una categoría superior a futbolistas que vienen de abajo y que se toman esta experiencia como un trampolín para seguir subiendo y creciendo. Futbolistas de una categoría menos que puedan tener ese rol siempre nos han dado mucho. Somos un equipo que tenemos que correr muchísimo y necesitamos honradez y mucho trabajo físico. A partir de ahí, se tocan una serie de jugadores que entendemos que son válidos, que reúnen el perfil humano, el del hambre y el de considerar que pueden rendir en Segunda. Luego, en el tema de las cesiones el Eibar es un club que siempre se ha manejado bien y ahí están los números y los nombres de la gente que ha estado. Hemos recogido ese testigo y, con la incalculable ayuda de la Real Sociedad, las otras cosas que hemos tocado con otros equipos han salido gracias a la buena valoración que tiene el Eibar.

La dificultad se incrementa teniendo en cuenta que llamando en nombre del Eibar es más complicado fichar que llamando en nombre de otros clubes a priori más poderosos y con más renombre.

-Se tienen que dar dos cosas. La primera, que te adelantes a otros, ya que de lo contrario estás en la cola que es lo que ocurre en muchos casos y ahí dependes del efecto dominó, de si le fichan o no otros, para ver si te cae o no te cae. Luego, el tema de tratar de convencer al jugador mostrando quién eres, de dónde vienes, las garantías de cobrar... Eso hoy en día nos está ayudando por la fiabilidad en los pagos y en el Eibar han firmado jugadores con menos salario del que le ofrecían en otros clubes porque tenían la garantía del pago.

Mirando al césped, viene un derbi aún más complicado de lo normal. A la idiosincrasia propia de este tipo de enfrentamientos se une la posibilidad de ascenso del Eibar y la necesidad de un Alavés que llega jugándose la vida.

-Hay mucho movimiento porque el Alavés mueve mucho y a nivel de repercusión hay diferencias con partidos precedentes. Veo un partido muy difícil, para mí el más difícil de los tres que nos quedan. El Alavés es un equipo fiable fuera de casa, viene de ganar en Lugo, está muy cerca de salir del descenso y tiene mucho potencial ofensivo.

¿Cómo explica el año del Alavés y sus problemas, sobre todo en comparación con los otros tres equipos ascendidos?

-Ha estado todo el año abajo, pero llegará el momento en el que no esté ahí. Cuando jugamos en Mendizorroza ya decía que al Alavés no le veía equipo de descenso y sigo sin verlo. ¿Por qué está ahí? Eso es difícil. Podemos poner el ejemplo del Mallorca. O el del Hércules. Son equipos hechos para ascender y pueden bajar. Hay mucha igualdad, los equipos están bien organizados y aquí de dónde vengas casi da igual. La temporada es larguísima y te da tiempo a salir, entrar, descolgarte, reengancharte... El Alavés tiene una cosa buena: ha estado todo el año abajo y más abajo ya no puede estar. Por la inercia, el apoyo de la afición... En mi quiniela el Alavés no va a bajar y yo no quiero que baje. Es un club digno por ciudad y afición y eso al jugador le da ese plus que necesita.

Hablaba de la estabilidad y tranquilidad del Eibar en el trabajo diario, ¿falta eso en Vitoria últimamente?

-Las ciudades grandes tiene su cosa buena y mala. En el peor escenario, a Mendizorroza van 8.000 y aquí, estando como estamos, hay problemas para meter 5.000. Por un lado tienes eso, pero aquí pierdes tres partidos seguidos y no tienes una repercusión o presión excepcional. Sabemos quiénes somos y de dónde venimos. Que el Alavés tenga esa magnitud es lógica, lo mismo que la inquietud cuando no llegan los resultados. Está claro que cuanta más calma y estabilidad puedas tener es mejor, pero en entorno de los clubes no es el mismo.