Vitoria - Ha pasado una semana, pero la derrota frente al Tenerife y, sobre todo, la imagen de un Deportivo Alavés sobrepasado por las circunstancias y hundido en su miseria todavía escuece en el seno del vestuario albiazul. El varapalo sufrido, por la derrota y por las penosas sensaciones, fue enorme y buena parte del trabajo de la semana ha ido encaminado a recuperar mentalmente a los jugadores y concienciarles de que aún hay tiempo por delante para revertir la situación. Y espera Alberto López que ese ánimo insuflado sirva esta tarde para conseguir la ansiada victoria.

"La gente tiene orgullo y está molesta. Independientemente de que te ganen, la imagen que dimos entendemos todos que no se puede volver a repetir. Cuando un equipo está en puestos difíciles y le van pasando esta serie de cosas puede salir sobreactivado y cometer errores o a ver qué pasa y con miedo. Hay que canalizar que es un partido más, que buscamos ganar y ya. Con el juego que tenemos, lo que trabajamos en la semana y el nivel físico nos tiene que dar para ganar el partido. El orgullo de los jugadores estaba tocado en el sentido del querer hacer y querer demostrar que la línea de trabajo que estábamos llevando estaba siendo buena. Pero los partidos no son los miércoles ni los viernes y cuando hay que demostrar es el domingo", señaló el irundarra.

Y es que en el Heliodoro Rodríguez López se vio, quizá por primera vez, un Glorioso hundido, sin capacidad de reacción y perdido en sus dudas. "El partido fue malo. No estuvimos bien y lo que más eché en falta fue ese espíritu competitivo que sí habíamos tenido hasta ahora. No hubo espíritu guerrero, de no querer perder", refrendó el guipuzcoano.

Pero no solo necesita recuperarse el equipo en el plano mental. Si está en la última plaza de Segunda División es porque su fútbol no da para más y por eso Alberto focalizó las opciones de reacción en dos puntos bien claro. "La salvación pasa por dos cosas muy claras: mejorar defensivamente y sacar los puntos de casa. Tiene que ser así", aseveró a la vez que insistió en la necesidad de no ceder el balón al filial madridista y evitar que el partido se convierta en un correcalles en el que los jóvenes valores merengues son letales.

Casi con total seguridad, ante el Castilla el técnico alavesista volverá a renovar ampliamente su alineación inicial, una revolución que ensayó con fracaso absoluto ante el Tenerife, aunque considera que no fue ningún experimento sin base: "Al final aciertas o te equivocas. No cogimos a cuatro jugadores del filial o convocamos a cinco del juvenil. Todos eran de la primera plantilla y que tenían minutos y teníamos una serie de jugadores que no pudieron estar por circunstancias".