vitoria - Algunos de los minutos más duros de la inolvidable Million dollar baby (película dirigida por el maestro Clint Eastwood en 2004) son los que muestran los desesperados intentos de la protagonista, interpretada por Hillary Swank, por quitarse la vida. Postrada en una cama de hospital sin movilidad alguna de cuello para abajo, insiste una y otra vez de manera brutal en la única fórmula que tiene a su alcance, que no es otra que morderse la lengua hasta tratar de morir ahogada. Pese a los sucesivos intentos de sus cuidadores por evitarlo, la boxeadora se empeña en reabrir de manera constante la herida. Pues bien, esta impactante escena de ficción puede servir perfectamente para ilustrar el aparente callejón sin salida en el que se encuentra el Deportivo Alavés en la presente temporada.

Y es que, al igual que sucede con el personaje del filme, El Glorioso parece no vislumbrar otro camino que no sea hacerse daño a sí mismo. De esta manera, semana tras semana, se convierte en triste protagonista de autolesiones que le han situado al borde mismo de consumar su definitico suicidio deportivo.

El último ejemplo de esta decepcionante serie se produjo el pasado fin de semana, cuando el conjunto vitoriano volvió a regalar un gol absolutamente incomprensible a su oponente, extendiéndole una alfombra roja hacia la victoria sobre el césped de Mendizorroza. Finalmente el Zaragoza debió conformarse con el empate pero una vez más el espíritu masoquista albiazul facilitó enormemente su labor.

Este accidente, en cualquier caso, no fue ni mucho menos un hecho aislado en la trayectoria del equipo desde que arrancó la temporada. Desgraciadamente, se trata de una constante que, como no podía ser de otra manera, es la causante de una grave hemorragia a la que los sucesivos responsables del grupo no han encontrado manera alguna de contener.

Porque si algo ha quedado claro con el discurrir de las jornadas es que resultaba irrelevanque quién fuera el entrenador o quiénes los elegidos para estar sobre el césped. Los nombres de todos ellos han ido cambiando y una cosa se ha mantenido inalterable, los errores incomprensibles e imperdonables cuando hay tanto en juego. Tanto con Natxo González a los mandos primero como con Juan Carlos Mandiá después el Alavés regaló infinidad de goles a sus adversarios. Quedaba la esperanza en el ambiente de que la llegada de Alberto López al banquillo sirviera al menos para erradicar -o como mínimo minimizar- este gravísimo problema pero apenas media hora de juego fue suficiente para que el sueño se desvaneciera.

Así, en el minuto 26 del encuentro ante el Zaragoza del pasado domingo, todos los jugadores albiazules se conjuraron para mirar hacia otro lado cuando Luis García recurrió a la picardía para sacar con rapidez una falta al borde del área y servir en bandeja a Roger un balón claro para superar sin apenas dificultad a un sorprendido Goitia y restablecer el empate inicial en el marcador.

Y precisamente eso es quizás lo más grave. Que el enésimo regalo volvió a producirse después de haber hecho lo más complicado -adelantarse con el tanto inicial de Viguera- y con el encuentro situado en el escenario aparentemente ideal para que sirviera de punto de partida a la ansida reacción. Sin embargo, masoquista por naturaleza, el equipo volvió a flagelarse con este error entrando en una deriva que le llevó a permitir a su adversario adquirir una peligrosísima ventaja que sólo el golazo de Mauro Quiroga permitió enjugar parcialmente.

Pero lo peor de todo, no obstante, es que, a base de sufrirlas constantemente, este tipo de situaciones ya han dejado de sorprender. Así, un simple repaso a los encuentros disputados en este 2014 ofrece varios ejemplos del afán alavesista por complicarse la vida y facilitar la de sus adversarios. Una semana antes, sin ir más lejos, el duelo que supuso la destitución de Juan Carlos Mandiá dejó para el recuerdo la cabalgada de Denis desde el centro del campo hasta batir a Goitia sin que nadie fuera capaz siquiera de salir a su paso para interceptarlo.

el precedente ante el jaén La jornada anterior, en el trascendental choque ante el Mirandés en Mendizorroza, la escuadra burgalesa se encontró con una inesperada alfombra roja para abrir el marcador cuando un error clamoroso de Nano al dejar pasar un centro al segundo palo permitió a Corral rematar a placer.

Por no hablar de los fallos garrafales ante Córdoba y Jaén (jornadas 24 y 21). Un incomprensible despiste en un saque de banda permitió a los primeros adelantarse en el marcador y frente al cuadro aceitunero se vivió una situación calcada a la del domingo contra el Zaragoza, al no defender con concentración un saque de falta sin aparente peligro (con el agravante de que se produjo en el tiempo de descuento).