Vitoria - La derrota es siempre dolorosa, pero en algunas como la de ayer las lecturas positivas tienen que superar ampliamente a las negativas. Y es que el Deportivo Alavés dejó una de las mejores fases de juego de toda la temporada ante un rival del calibre del Sporting y en un campo tan complicado como El Molinón. Con una velocidad de más, percutiendo constantemente por las bandas, ejerciendo una presión en el centro del campo muy efectiva, el conjunto vitoriano maniató a su rival a base de intensidad en un esfuerzo brutal que acabó pasando factura en la segunda parte. Entonces, el gol del cuadro asturiano vino seguido de dos ramalazos en forma de sendos disparos al palo de Guzmán y Manu García, con los que se acabó cualquier atisbo de reacción por parte de un equipo que estuvo soberbio mientras que tuvo gasolina en el depósito para proponer un fútbol muy atractivo y volcado en el ataque al que solo le faltaron más remates acertados.

Seguramente no fueron palabras vacías, de mero compromiso, las que le dedicó José Ramón Sandoval al Glorioso al final del partido en su valoración del mismo. "El mejor equipo que ha pasado por El Molinón", afirmó. Y seguramente sea verdad. Lo mismo que en Las Palmas se afirmaba que era el peor equipo que por allí había pasado. Pero, así es el fútbol, entonces se ganó y ayer se perdió. En ambas de manera inmerecida, pero si entonces se creció sobre tres puntos, ahora toca hacerlo sobre un estilo de juego que solo hay que perfeccionar eliminando los errores graves en la salida de balón y estirando su duración a lo largo de 90 minutos.

Y es que el Alavés tuvo una puesta en escena durante la primera parte sencillamente primorosa. Con Guzmán y los desdoblamientos de Medina como armas imparables por la derecha, la movilidad de Viguera al borde del área y la amenazadora presencia de Stevanovic cayendo hacia el centro, Emilio Sánchez se convirtió en el suministrador de balones que con tanto esfuerzo recuperaban Lázaro y un colosal Manu García. Y mientras, atrás apenas se sufría con la buena compenetración entre Samuel y Mora -la pareja que casi lleva al ascenso al Hércules demostró que se entiende muy bien- para cerrar los pasillos centrales y contener a Scepovic.

Mucho en el lado positivo de la balanza mientras que duró la gasolina, pero también elementos a analizar. Como los problemas en la salida de balón desde atrás que propiciaron peligro a la vuelta. O el despiste de Nano a la hora de tirar el fuera de juego, decisivo al final.

Robo. Mauro Quiroga denunció a través de Twitter el pasado jueves que le habían robado la cartera en el centro comercial El Boulevard. Está claro que no está siendo el año del delantero argentino ni dentro ni fuera de los terrenos de juego.