Vitoria. Las jugadas a balón parado son en el fútbol actual la principal fuente para conseguir goles para la mayoría de los equipos y la llegada de Juan Carlos Mandiá ha servido para darle un nuevo empujón a una faceta del juego que el Deportivo Alavés ya estaba explotando bastante bien con anterioridad. Eso sí, si al principio alternaba aciertos en juego estático con dianas procedentes de faltas o saques de esquina, en la actualidad la estrategia se ha convertido en un recurso prácticamente único a la hora de materializar los goles. Tanto en así que desde que el técnico lucense se sienta en el banquillo vitoriano, cuatro de los cinco tantos han venido propiciados por acciones a balón parado: una falta directa, dos saques de esquina castigados con penalti y una falta lateral rematada de cabeza. El único que se sale de esa línea es el primer gol que marcó Toti ante el Lugo, que vino propiciado por una recuperación y una contra. El resto vienen marcados por el acierto a balón parado, sobresaliente en este último tramo y que ha sido muy importante a lo largo de todo el curso.
Ya en el arranque de la campaña todo hacía prever que el Alavés iba a ser un equipo temible en este tipo de acciones. No en vano, la altura que acumula en sus filas es tremendamente importante. Y tampoco anda escaso de buenos ejecutores, cuestión tan importante como la de contar con excelsos rematadores. De la conjunción de los dos apartados han llegado 11 goles, pero el acierto se ha incrementado de manera exponencial desde la llegada de Mandiá.
El primer gol del curso del Alavés, el marcado ante el Las Palmas, llegó en un saque de esquina de Emilio Sánchez que cabeceó Viguera. También en Córdoba Pepe Mora marcó de un testarazo, en este caso en un rechace tras una falta lateral. Tres jornadas después, ante el Sporting, Vélez logró el segundo tanto tras un saque de banda y ante el Hércules repetiría el navarro en un córner, un tipo de acción que también aprovecharía Ortiz para abrir el marcador en Miranda.
cuatro penaltis En Zaragoza inició Viguera su cuenta de penaltis marcados, aunque entonces la infracción no fue consecuencia de una acción a balón parado, lo mismo que ocurrió contra el Recreativo. Las otras dos penas máximas, ante Deportivo y Numancia, vinieron en saques de esquina. Una semana después, frente al Tenerife, Beobide marcó en una falta lateral, mientras que en el que fue el último partido de Natxo González en el banquillo alavesista, ante la Ponferradina, Jarosik rescató un punto en el descuento en un saque de esquina.
En ese período del técnico vitoriano al frente del equipo las jugadas de estrategia fueron un factor muy destacado, ya que siete goles llegaron en este tipo de acciones -quedan excluidos los dos primeros penaltis marcados por Viguera, que vinieron de acciones en juego-, lo que supone un algo más de la cuarta parte de los 25 que el conjunto alavesista consiguió en esas primeras 16 jornadas ligueras a las que cabe añadir otro tanto de Viguera en un saque de esquina en la eliminatoria copera ante el Zaragoza.
El porcentaje se ha incrementado de manera brutal desde que Mandiá ocupa el banquillo de Mendizorroza, ya que el 80% de los goles que se han conseguido con el lucense como técnico han llegado como consecuencia de acciones a balón parado. Cuatro de cinco, ni más ni menos, una cifra que da cuenta del peligro que tiene este equipo cada vez que un árbitro señala una falta en las proximidades del área o el rival se ve obligado a ceder un balón por la línea de fondo.
La cuenta la inicio Viguera desde los once metros en una pena máxima que vino propiciada por un agarrón a Manu García en un saque de esquina. Tras el mencionado tanto inicial de Toti ante el Lugo que supone la excepción a la regla, Óscar Serrano logró el gol de la victoria ante los gallegos con una falta directa, la primera que el equipo marcaba esta temporada. Las dos últimas dianas, las que sirvieron para conseguir los tres puntos en Soria, tuvieron a Jarosik como protagonista. El checo marcó de cabeza en una falta lateral a centro de Emilio Sánchez y, posteriormente, en un saque de esquina fue agarrado para que no pudiese saltar y de nuevo Viguera ejecutó la pena máxima para marcar un nuevo hito en esta particular característica de un Alavés que se ha vuelto un equipo extremadamente peligroso a la hora de ejecutar cualquier tipo de acción a balón parado. Una estrategia claramente ganadora.