Vitoria. Colista y a cuatro puntos de la primera plaza que asegura la permanencia en Segunda División. No podía haber elegido un peor escenario el Deportivo Alavés para afrontar el parón navideño, al que llega en el peor momento de la temporada tras la derrota contra el Eibar del pasado sábado. Un mazazo en toda regla, sobre todo desde un punto de vista mental en el que el conjunto vitoriano ya venía bastante tocado de antemano. Quizá las sensaciones señalan que este equipo no es tan malo como dicen los números, pero la realidad es la que viene marcada por los resultados y ahí resulta inapelable una honda y profunda reflexión a lo largo de los próximos días en todos los niveles de la entidad del Paseo de Cervantes. Y es que la preocupante situación con la que se alcanza el período vacacional viene marcada por graves fallos en todos los aspectos deportivos, desde una configuración de la plantilla errática hasta un rendimiento muy por debajo de lo mínimamente exigible. En todo tiene que mejorar un equipo que va a estar condenado al sufrimiento de manera permanente hasta el mes de junio y que precisa de una mejoría sustancial para comenzar a sumar puntos con la regularidad que exige un objetivo como la permanencia. Demostrado queda que para perder la categoría, sea en la división que sea, hay que ser muy malo, pero este Alavés, colista además, ya ha evidenciado que hasta el momento ha sido el peor de todos los competidores de Segunda.
La clave viene marcada por los problemas para ganar de un equipo que encara el parón con solo cuatro triunfos en su haber. Y eso a pesar de ser uno de los mejores goleadores de la categoría. Los problemas defensivos, con Goitia como el portero más batido y habiendo encajado al menos una diana en todos los partidos del curso con excepción del disputado ante el Sporting, están siendo determinantes. La aspiración de ser un bloque sólido sigue siendo eso, una aspiración de momento inalcanzable. Los fallos individuales o colectivos son una constante que se repite cada fin de semana y para la que aún no existe medicina.
Y es que ni siquiera el cambio en el banquillo ha supuesto, hasta ahora, el revulsivo deseado. Juan Carlos Mandiá ha modificado algunos aspectos tácticos y en forma de nombres, pero el fondo de armario sigue siendo el mismo y resulta escaso. Una defensa excesivamente endeble y un centro del campo exento de calidad le han llevado a optar por una idea aguerrida para tratar de sacar el máximo partido al poder goleador del equipo, pero sin mejoría en esos dos apartados mencionados de nada sirve tener una notable capacidad rematadora, ya que a veces ni siquiera eso funciona como ocurrió ante el Eibar.
toca fichar Dentro de ese deseo de mejorar, la plantilla apenas disfrutará de seis días de vacaciones. El regreso está previsto para el próximo sábado, ya que el preparador lucense quiere exprimir al máximo el ya de por sí escaso tiempo que tiene para tratar de mejorar el rendimiento del colectivo a través del trabajo en los entrenamientos. Eso sí, lo que parece ineludible es acertar en el mercado invernal con los movimientos que se hagan para incrementar el potencial de un equipo con graves carencias.
Marcado por el límite económico impuesto por la LFP, lo cierto es que el Alavés no dispone de mucho dinero para fichar, aunque sí existe un pequeño remanente y también a estas alturas de temporada las cesiones se convierten en un valor muy importante que no se puede desaprovechar. Tocará aguzar el ingenio, ya que equivocarse de nuevo como ocurrió en verano -los fallos en la confección del plantel son innegables- supondría una lacra prácticamente definitiva. Lo primero que han de hacer dirección deportiva y entrenador es decidir qué posiciones son las más importantes a cubrir -se necesitan un central, un lateral izquierdo y un centrocampista con dotes creativas, como poco- y buscar las mejores opciones que ofrezca el mercado. Lo que es innegable es que la reflexión y el acierto en las decisiones son ahora dos parámetros innegociables.