Vitoria. Más allá del enorme estado de necesidad por el que atraviesa Natxo González, la evidencia de que el Deportivo Alavés precisa regresar al camino del triunfo es evidente. En zona de descenso y con un ritmo de cosecha de puntos inferior al que otorga la tranquilidad, el conjunto vitoriano no puede permitirse quedarse por séptima semana consecutiva sin ganar, ya que la brecha en la clasificación que ya ha comenzado a abrirse podría ampliarse de manera significativa -tras la victoria del Barça B es ya de 4 puntos- metiendo al equipo ya de manera definitiva y durante mucho tiempo en esa zona marcada en rojo. Y, para reencontrarse con el sabor de la victoria, el cuadro albiazul no necesita otra cosa que, una vez más, ser él mismo. Respetar sus valores, apostar de nuevo por su fútbol, ser agresivo y ofensivo... Eso sí, dejando apartados esos minutos de histeria colectiva, de errores encadenados y de fallos múltiples que han hecho que tantos puntos vuelen de Mendizorroza en unas últimas jornadas en la que El Glorioso ha estado peleado con la suerte. Por eso, ahora más que nunca este equipo necesita una victoria que le aporte un poco de tranquilidad.

La receta a utilizar no ha de variar en demasía. No en vano, la preparación ha sido prácticamente perfecta hasta que ha llegado el momento de poner la guinda al pastel, que al final ha quedado chafado. Pero futbolísticamente, errores defensivos aparte, poco se le puede achacar a un equipo que, en Mendizorroza, ha atosigado a casi todos sus oponentes a base de ritmo y muchos goles y que esta tarde quiere repetir ese mismo desarrolló con la variación sustancial en unos desenlaces siempre dramáticos.

En este sentido, todo pasa por no reincidir en esos desajustes, individuales y colectivos, que tan caros se han pagado. No puede ser que un equipo profesional repita una semana detrás de otra unos fallos que ni en categorías inferiores se perdonan. Ahí está la clave de todo, ya que el rival que el Alavés tendrá como oponente, la Ponferradina, también viene de una racha negativa, pero cuenta con un poderío ofensivo brutal que puede hacer temblar a una zaga vitoriana ya de por sí bastante endeble.

En esa búsqueda de contundencia, Natxo González parece decidido a recuperar a Luciano y Beobide, quienes quizá técnicamente no sean un dechado de virtudes pero que en cuanto a carácter suben varios grados la temperatura competitiva de un equipo que tiene que desterrar su males con una victoria.