Vitoria. Tres días después de encender la mecha, el alcalde, Javier Maroto, habló. Apenas unos minutos tras su comparecencia pública. Suficientes, según su criterio, para tratar de rebajar el tono desmedido del pasado lunes y enfriar de paso los ánimos, bastante caldeados desde que amenazara en una comparecencia absolutamente parcial con retirar las subvenciones públicas y elevar los alquileres de los campos municipales a todos aquellos clubes no convenidos en Álava con el Deportivo Alavés. Esto es, al Ariznabarra, al Iru Bat y al San Viator, aliados desde hace años con la Real Sociedad, y también al Lakua-Vitoria, el único club en la provincia que mantiene relaciones con el Athletic de Bilbao. Consciente de la crispación generalizada entre clubes, técnicos, padres y jugadores de varios barrios de la capital tras sus incendiarias advertencias, Maroto trasladó ayer un vago mensaje de tranquilidad que apenas despejó las inquietudes que en estos momentos atenazan a las familias de los más de mil chavales que forman parte de estos cuatro históricos clubes. Escudándose en la filosofía de cantera que ya se impone en Bizkaia y Gipuzkoa - gobernantes de esta provincia, por cierto, desmintieron ayer al alcalde al señalar que su forma de actuar no es la que pretende promover en Álava-, Maroto negó un supuesto trato de favor para con el Deportivo Alavés de Josean Querejeta y advirtió que en la actualidad ya existen clubes en la capital alavesa que no están convenidos con nadie. "Lo que pretendemos es que en igualdad de condiciones un club se decante por ser asociado del Alavés antes de otro club de fuera de Álava", respondió a preguntas de los periodistas.
iturricha y el ariznabarra Al tiempo que el primer edil comparecía en sala de prensa, su concejal del ramo, Alfredo Iturricha, se reunía a escasos metros con el presidente del C.D. Ariznabarra, Fernando Llamas, que el miércoles respondió al Ayuntamiento y al Deportivo Alavés con una durísima carta en la que, por un lado, manifestaba su incredulidad ante las amenazas vertidas por el alcalde hacia clubes como el suyo, y, por otro, ponía en duda la política de cantera llevada a cabo en los últimos años por la entidad albiazul. "El Alavés no se ha destacado precisamente por ser un club de cantera, y si es cierto que ahora va a hacer una apuesta fuerte tendrá que demostrarlo, pero no con imposiciones ni acusaciones falsas", se podía leer en uno de los párrafos de la misiva. Horas después era el propio Deportivo Alavés quien respondía con un comunicado en el que negaba la versión ofrecida por la entidad barrial y tendía la mano al resto de clubes -en la actualidad tutela 36 con casi 4.000 chavales- con los que aún no ha podido cerrar un acuerdo (ver cuadro).
A expensas de volver a reunirse para seguir avanzando en una solución, ninguna de las dos partes quiso valorar ayer el contenido del encuentro. En vista del revuelo creado con todo este asunto de la cantera desde que el Alavés anunciara que rompía relaciones institucionales y deportivas con el Athletic, el clima de crispación en el fútbol base de la provincia ha ido en aumento, cruzándose además demasiadas notas y comunicados que en nada han favorecido la instauración de un clima de consenso. Más bien todo lo contrario. Por esta razón, ambas partes decidieron ayer mantener un prudente silencio "hasta que las aguas se calmen un poco y se den las condiciones necesarias para sentarnos a hablar con tranquilidad".
En ese escenario no se cuenta, al menos hasta ayer, con los directivos de otro histórico del fútbol alavés como el Iru-Bat, que desde que explotó el bombazo de Maroto viven en una suerte de limbo institucional y deportivo donde nadie les tiene en cuenta. "Aquí no ha llamado nadie, ni de un lado ni del otro, así que mejor, que nos dejen tranquilos para trabajar con nuestros chavales", ironizaba ayer a este diario su presidente, Higinio Barrantes.