vitoria. Una de las grandes verdades matemáticas que tienen vigencia absoluta en el mundo del fútbol y que no admiten discusión alguna es la que certifica que todas las victorias ligueras reciben como premio tres puntos. Sin embargo, otra mucho menos tangible pero igualmente indiscutible es la que pone sobre el tapete la evidencia de que no todas valen lo mismo. Y el mejor ejemplo para comprender esta aparente contradicción tiene al Deportivo Alavés como protagonista.
El conjunto vitoriano estrenó el pasado domingo ante el Sporting su casillero de triunfos en la presente temporada. Como es de rigor, incrementó en tres unidades su puntuación hasta alcanzar los seis que le han instalado en el decimoctavo peldaño de la clasificación pero, además, rellenó sus maletas con otros tesoros, como mínimo, igual de valiosos. En definitiva, la contundente y merecida victoria sobre el hasta entonces líder de la categoría supone para el Glorioso mucho más que los tres puntos que indican las frías cifras.
Se encontraba antes de esta cita la escuadra de Mendizorroza en una situación que comenzaba a tornarse delicada y, a la conclusión de los noventa minutos, estaba reforzada al máximo para afrontar el siempre exigente y complicado retorno a la Segunda División.
Varios factores explican esta circunstancia. Para empezar, la manera en la que llegó el triunfo. Porque el Alavés fue una apisonadora desde el pitido inicial que pasó por encima de un rival que no conocía la derrota. Además, mostrando un juego eficaz y vistoso que generó una catarata de ocasiones de gol y provocó el disfrute máximo de la grada. En definitiva, no solamente ganó sino que lo hizo además con un fútbol brillante durante grandes fases de la contienda dominical.
Por si esto fuera poco, lo hizo siendo plenamente fiel a sus principios y a la línea que había mantenido desde el arranque de la competición. Cuando uno es un recién ascendido, los resultados tardan en llegar a pesar del buen juego y comienzan a escucharse voces de fondo -desde dentro del propio club principalmente- que reclaman un cambio de rumbo, lo más fácil suele ser olvidarse de la propuesta inicial y apelar al pragmatismo. Nada más opuesto a las intenciones de este equipo. Lejos de amilanarse o dejar que las dudas afectaran al grupo, Natxo González exigió a sus discípulos un paso adelante más, dobló la apuesta y llegó al éxito bajo la bandera que siempre ha defendido.
Como consecuencia, la moral y la confianza en las propias posibilidades del equipo se han incrementado exponencialmente en la plantilla, lo que supondrá un aval muy importante para afrontar los siguientes compromisos. En este sentido, el éxito cosechado sirve también para rebajar el grado de presión que tendrá que soportar el plantel vitoriano en las citas inminentes. Y es que el escenario del próximo sábado en Alcorcón habría sido muy diferente si continuase a cero el casillero de victorias albiazules.
Pero es que a este carrusel de noticias positivas en lo anímico, hay que añadir también otras dentro de lo estrictamente futbolístico. De esta manera, por vez primera en el curso, el Alavés fue capaz de mantener su portería a cero y enfilar el camino de los vestuarios sin haber recibido un gol. Y, lo que es todavía más importante, sin que el rival creara apenas peligro en el área de Goitia. Sobre esos cimientos -que como no se cansaba de repetir Mané en su época al frente del Glorioso sirven para asegurar "el punto que da la federación"- se pueden construir equipos sólidos y era uno de los debes que hasta el momento arrastraba la escuadra vitoriana.
En el otro extremo del campo, también merece la pena destacar que por fin otros integrantes de la vanguardia vinieron a unirse al hasta ahora solitario Viguera a la hora de hacer goles. Así, Guzmán y Toti inauguraron sus respectivas cuentas particulares. Si a eso se le añade la cada vez mayor aportación de los recién llegados -Alex Ortiz y Vélez están a un nivel más que notable- y la solvencia de la vieja guardia, da como resultado el cóctel que permitió al Alavés ganar tres puntos y muchas cosas más. Ahora, sólo falta que la despensa albiazul esté bien nutrida de este espirituoso durante toda la temporada.