florentino Pérez es uno de los personajes más relevantes en la historia moderna del fútbol y el que actualmente es el presidente del Real Madrid dejó en su anterior etapa en la poltrona de la Casa Blanca algunos capítulos gloriosos y bastantes más de triste recuerdo. La Era Galáctica, la de la apuesta por desembolsos multimillonarios para hacerse con grandes figuras del balompié planetario -en poco ha cambiado el mundo- vino también acompañada por la constante pérdida de relevancia de la cantera madridista en los planes del primer equipo. Pocos términos peor acuñados que aquel que utilizó Florentino Pérez para indicar que el futuro madridista iba a pasar por Zidanes (galácticos) y Pavones (canteranos). Muchos de los primeros y pocos de los segundos, ya que toda una generación de futbolistas formados en La Fábrica, representados en la figura de Paco Pavón, llegaron al primer equipo y permanecieron allí con más pena que gloria hasta que hubieron de buscarse las habichuelas en nuevos destinos. Uno de esos casos es el representado por Raúl Bravo, quien permaneció durante seis temporadas en el primer equipo, se labró un palmarés que pocos pueden igualar y finalmente, con apenas 25 años, hizo las maletas para seguir ganándose el pan con el fútbol. De toda aquella generación de canteranos, el defensa de Gandía fue uno de los mejor parados, ya que consiguió labrarse una buena carrera, con dinero y títulos, y ahora busca nuevas metas enrolado en un Córdoba que es aspirante a jugar en Primera.
Raúl Bravo llegó al Real Madrid con apenas 15 años y cuando militaba en el filial, en la temporada 2001-02, la ausencia por lesión de Roberto Carlos le abrió las puertas del primer equipo y Vicente del Bosque le hizo debutar con el primer equipo -se estrenó el 6 de octubre de 2001 contra el Athletic en el Bernabéu y precisamente al mismo tiempo que su buen amigo Pavón en un partido en el que también se estrenaría Valdo-, en el que se haría con un hueco fijo en la siguiente campaña, en la que mediado el curso fue cedido al Leeds para acumular experiencia tras unas primeras actuaciones en las que cometió algunos fallos graves.
Fue Carlos Queiroz quien verdaderamente confió en sus posibilidades, lo reconvirtió en central y fue una pieza fundamental en el eje de la zaga madridista en la triste campaña 2003-04, en la que los blancos acumularon una debacle tras otra. Pese a ello, en lo personal fue uno de los mejores años para Bravo, que se vio premiado con la internacionalidad y la presencia en la también triste, para España, Eurocopa'04 de Portugal.
con la maleta a cuestas En junio de 2007, Bravo vio finiquitada su estancia en la Casa Blanca -donde, a pesar de ser canterano, siempre generó el murmullo de la grada- después de unas últimas temporadas en las que fue perdiendo relevancia dentro del equipo. En total, una Liga de Campeones (2001-02), dos Ligas (2002-03 y 2006-07), dos Supercopas de España (2001-02 y 2003-04), una Supercopa de Europa (2002-03) y una Intercontinental (2002-03) se habían sumado a un palmarés que aún se vería incrementado en Grecia con un par de Ligas más y una Copa. Dos etapas en el Olympiacos, un breve paso por el Numancia, un curso completo en el Rayo Vallecano y las dos últimas campañas en el Beerschot Antwerpen belga antes de regresar a España para debutar en Segunda División de la mano del Córdoba.
Lo que es evidentes que su pasado madridista le ha permitido conservar cierto tirón mediático, ya que en su presentación reunió a medio centenar de aficionados blanquiverdes. "Después de dar vueltas por Europa he decidido regresar a España por el ambicioso proyecto del Córdoba. Es un bonito reto poder añadir un ascenso a mi carrera. Nunca he jugado en Segunda, pero tengo la intención de que sea únicamente un año", indicó el jugador en su presentación.
De aquellos futbolistas de La Fábrica a los que Florentino Pérez metió en el caso de los Pavones, Bravo ha sido, con el paso de los años, uno de los que mejor ha vivido del fútbol. Quien tuvo el dudoso honor de dar, sin comerlo ni beberlo, su nombre a esa generación, Paco Pavón, permaneció siete temporadas en el primer equipo madridista antes de pasar tres campañas en el Zaragoza y colgar definitivamente las botas en el Arles-Avignon, donde coincidió con otro de los representantes de la cantera blanca como Álvaro Mejía. Este defensa, que estaba sobre la mesa para firmar por el Alavés y finalmente se ha ido al Ergotelis griego, estuvo cuatro años en el primer equipo madridista antes de iniciar su transitar por Murcia, Arles Avignon, Konyaspor y Almería.
De todos aquellos que conformaron los que entraron en la selección de los Pavones, el único que, con el tiempo, se ha asentado en el primer equipo ha sido un Álvaro Arbeloa que, eso sí, primero tuvo que hacer las Américas marchándose a La Coruña y Liverpool. Otros como Javi García, Rubén González, Juanfran Torres o Valdo consiguieron hacerse una carrera notable, fuera del Real Madrid eso sí, pero la mayoría de aquellos canteranos que fueron definidos como el futuro del club se perdieron por el camino bajo aquella pesada etiqueta. Algunos, incluso, rondando la treintena ya han colgado las botas.