Sudar, correr, luchar, pelear, sufrir. Campeonar. Con todo el padecimiento del mundo y haciendo un supino ejercicio de resistencia, el Deportivo Alavés es el nuevo campeón de Segunda División B. Los dos goles de renta del partido de ida parecían una cómoda ventaja, pero ni mucho menos lo fue. En apenas veinte minutos igualó el Tenerife la gran final, pero un nuevo gol de Viguera fue decisivo antes de que comenzase el particular espectáculo de Arias Madrid, un colegiado que perpetró una actuación propia de la casa del terror, con las expulsiones de Juanma y Manu García. Supo sobrevivir El Glorioso durante una segunda parte en la que se defendió a la perfección y apenas concedió oportunidades para alcanzar la merecida matrícula de honor.
Bajo un sol de justicia, el Tenerife salió con toda la tensión que no le puso al partido de Vitoria. A comerse el balón desde el primer minuto. Tanto que en apenas quince segundos ya disfrutó Aridane de una clarísima oportunidad que atajó un Iturrioz al que no le faltó trabajo en esos compases iniciales. Una y otra vez se plantaron los chicharreros con peligro en los dominios albiazules y tras una cabalgada de Guillem en la que atacantes y defensores se quedaron parados esperando para ver si el colegiado castigaba penalti o no, Aridane fue el más listo de la clase y se adelantó a todos para abrir el marcador.
El tempranero mazazo no fue suficiente para despertar a un Alavés sumido en un sopor del que ni fue capaz de evadirse. Cada llegada del conjunto canario era serio peligro y como los albiazules eran incapaces de mantener el balón controlado las ocasiones del oponente se fueron acumulando una tras otra. Así hasta que en el minuto 22 de nuevo Aridane, cabeceando a la perfección un saque de esquina de Loro, ponía la igualada en la eliminatoria.
Tras ese segundo gol del cuadro insular, El Glorioso decidió que ya había cedido demasiada ventaja y comenzó a estirar líneas. Guzmán disfrutó de un disparo que se le fue alto y Sendoa desperdició una falta. El que no falló, como viene siendo costumbre, fue un Viguera que lleva un final de curso extraordinario. Derribo en el área sobre el riojano y nuevo lanzamiento de pena máxima transformado por el mediapunta, que sacaba de esta manera petróleo de una de las pocas llegadas del equipo en una primera parte que acabó con escándalo.
Y es que Juanma vio la que era su segunda amarilla justo antes del descanso por un codazo. Anteriormente había visto la primera por protestar en una acción con Moyano. Pues bien, ni el colegiado Arias Madrid ni sus asistentes se dieron cuenta de que el punta albiazul tenía que recibir la tarjeta roja, por lo que el delantero valenciano no fue expulsado. La bronca en el Heliodoro fue fenomenal y el trío arbitral se fue increpado por los jugadores del conjunto local, que no se explicaban lo que había sucedido. En el descanso alguien debió corregir al colegiado, que entonces expulsó a Juanma y el Alavés arrancó la segunda parte con diez.
Pero el colegiado ya se había convertido en triste protagonista y en el inicio de ese segundo período también expulsó a Manu García. Con más de media hora por jugarse al Tenerife se le abrían de par en par las puertas de la remontada, para que la necesitaba otros dos goles, pero el ejercicio de resistencia que realizó el conjunto alavesista fue soberbio. Parapetó Natxo González a sus ocho jugadores en dos líneas de cuatro y así plantado aguantó el cuadro albiazul esa media hora final a la perfección. El conjunto de Álvaro Cervera no encontró espacios para internarse en los dominios de un Iturrioz que tras el sufrimiento de la primera parte vivió un final de partido plácido, ya que todos los intentos de progresar de los chicharreros se acababan topando con el candado defensivo alavesista, que fue decisivo para conservar el resultado que convirtió al Glorioso en campeón de toda la Segunda División B.