Vitoria. El triunfante entrenador del Alavés, Natxo González, ha terminado firmando la renovación del contrato que tenía sobre la mesa desde hacía varios días y el club se apresuró ayer a anunciarlo por sus medios oficiales ante la presión social que le exigía la afición, aunque esta historia ha dejado heridas abiertas en el camino ante la falta de confianza en el técnico gasteiztarra por parte de la directiva que comanda de Josean Querejeta, que ha estado jugando a dos bandas.
Que el Deportivo Alavés y Natxo González hayan dado continuidad durante una temporada más a la relación contractual que les une desde el pasado mes de julio es una situación que ha causado cierta perplejidad, a la vez que satisfacción, en un entorno de la entidad que estaba convencido de la marcha del técnico vitoriano.
A pesar de haber superado de manera exitosa el reto del ascenso a Segunda División, poca gente creía que el entrenador de Ariznabarra iba a seguir dirigiendo la nave albiazul en la categoría de plata. Y es que el camino hacia esa renovación no ha sido para nada sencillo e, incluso, con su puesta en escena a la conclusión del partido contra el Jaén, Natxo González parecía estar despidiéndose de esa afición que le aclamaba.
Precisamente en ese clamor popular, pese a las dudas que han anidado en la directiva de Querejeta, hay que encontrar una de las razones de su continuidad. Trabajo, resultados y apoyo del entorno. Todo unido ha dado como resultado una renovación que números en mano resulta evidentemente merecida, pero que no hace tanto tiempo no parecía tan clara.
Y es que, mientras que en lo deportivo la temporada ha sido todo luz, de puertas para adentro ha sido donde han aparecido las sombras. La confianza en su figura no ha sido tan aplastante como lo es una vez que el equipo se aseguró el ascenso. Es más, hasta que no se consiguió el ansiado objetivo, las cartas no se han puesto encima de la mesa definitivamente.
Entre tanto, por una y otra parte se han producido movimientos en previsión de que el resultado final no fuera convincente. El club buscó alternativas -Querejeta, dando ya por amortizado a Natxo González, llegó a tantear a varios entrenadores de Segunda, según apuntaron a este diario fuentes de su entorno- y también el propio técnico gasteiztarra, ante la falta de confianza, trató de hallar nuevos destinos para su futuro, aunque en su caso la intención de continuar ligado al Alavés siempre ha sido evidente.
No hace muchos meses, en el seno alavesista se comenzó a pensar en un nuevo proyecto para la temporada venidera y en esa posible nueva configuración salieron a la palestra nombres de futbolistas y también de entrenadores. Los representantes pusieron unos y otros sobre la mesa y a Natxo González no le hizo especial gracia que se cuestionase su continuidad en el club cuando el equipo se estaba jugando cosas muy importantes.
De ahí, en gran parte, viene la frialdad en las relaciones entre el responsable del banquillo y el de la dirección deportiva, Javier Zubillaga, unas tensiones que ahora deben aplacarse por el bien común.
Curiosamente, quien en todo momento ha defendido la figura del técnico vitoriano ha sido el presidente nominal del Alavés, Avelino Fernández de Quincoces. Cuando han aparecido las dudas, el presidente llegó a ponderar a Natxo González y su labor y otorgarle su voto de confianza dentro del futuro de la entidad, aunque sin el visto bueno de Querejeta de poco servía su opinión.
Finalmente, con el acercamiento del final de contrato, Natxo González llevaba ya varios días con una propuesta de renovación sobre la mesa, aunque la falta de confianza le hizo dar largas y para entonces ya eran varios los clubes que habían preguntado por su situación. Y en cuanto se decantó, Querejeta corrió a anunciarlo a través de sus cauces oficiales, aunque cuidándose mucho de no contar las sombras que esconde esta renovación.