En Jaén se unió todo el alavesismo para hacer una nueva exhibición de fuerza y ya entonces se hizo evidente que había bastantes más seguidores del Glorioso que las cerca de 650 entradas que se vendieron en apenas unas horas en Mendizorroza. Y es que muchos fueron valientes y se plantaron en Jaén sin saber a ciencia cierta si podrían acceder al campo, mientras que otros, más previsores, habían echado mano de familiares o amistades a lo largo de la semana para agenciarse un billete para el estadio. En total, aproximadamente mil estuvieron presentes en La Nueva Victoria.

Esa alegría en las horas previas al partido tuvo un paréntesis de casi 120 minutos durante el transcurso del mismo. En un estadio muy abierto y con las gradas alejadas del césped, los gritos de ánimo se perdían en el aire. Y bien que los necesitaba un equipo que muy poco con lo que alegrarse le estaba ofreciendo a una afición que por momentos vio perdida la opción del ascenso.

Pero el alavesista está acostumbrado a sufrir y sabe de milagros no tan lejanos. Uno de esos episodios que cambian la historia de un equipo se produjo ayer. Cuando La Nueva Victoria enmudeció, los seguidores albiazules llenaron al máximo sus pulmones antes de emitir un suspiro. Fiesta por todo lo alto en una pequeña porción del Fondo Sur y despedida histórica a la plantilla, exhortando a los jugadores a un último y definitivo esfuerzo.

La única nota negativa de una nueva jornada histórica para el alavesismo estuvo marcada por la despedida que tuvieron los autobuses de los aficionados, ya que un grupo de seguidores del Jaén rompió las lunas de un par de autocares. La nota discordante de la romería por Jaén que concluirá con el regreso de madrugada a Vitoria con todos soñando con el ascenso.