vitoria. Si de algo puede presumir el Deportivo Alavés sin ningún género de duda es de ser uno de los conjuntos que en más ocasiones se ha visto inmerso en los siempre intensos play off de ascenso a la Segunda División. Prácticamente siempre que ha competido en la categoría de bronce del fútbol español -para su desgracia bastante más de lo que hubiera deseado- ha ocupado las primeras posiciones y, en consecuencia, pugnado por subir un peldaño en el escalafón. Sin embargo, este aparente éxito viene acompañado también de un reverso de la moneda. La cruz, es que al Glorioso le ha perseguido una particular maldición en los play off. Un mal fario con el que se ha propuesto acabar de una vez por todas en la presente campaña. Para ello, deberá seguir los pasos que protagonizó hace casi dos décadas. Unas huellas que están muy frescas en la memoria de todos los alavesistas pese a datar del ejercicio 1994-95.
Y es que esa ha sido la única oportunidad hasta el momento en la que la escuadra del Paseo de Cervantes ha saldado con éxito su participación en una eliminatoria de ascenso a Segunda División. En realidad, en su historial cuenta con seis saltos a esta categoría pero los cinco primeros -que tuvieron lugar desde la Tercera al no haberse creado todavía el escalafón intermedio- llegaron de manera directa a la conclusión de la temporada. Fue, en concreto, en los cursos 1940-41, 1950-51, 1960-61, 1967-68 y 1973-74.
A partir de entonces, las postemporadas han deparado bastantes más lágrimas que sonrisas a la parroquia de Mendizorroza. El sufrimiento comenzó en la temporada 1990-91, precisamente en la que se estrenó el sistema de liguilla de ascenso. Hasta entonces, los líderes de cada uno de los cuatro grupos de Segunda B ascendían de manera automática pero la Federación decidió modificar el sistema de competición para hacerlo más atractivo y que más clubes dispusieran de la oportunidad de dar el salto.
De esta manera, el cuadro albiazul acabó ese curso en segunda posición con 52 puntos, dos menos que el Racing de Santander. En la fase de ascenso, quedó emparejado con Compostela, Badajoz y Alcoyano. Pese a iniciar su andadura con un holgado triunfo (3-1) en Mendizorroza ante el Alcoyano, el equipo acusó su condición de recién ascendido y únicamente pudo sumar un punto más en los otros cinco encuentros restantes. Como consecuencia, fue el colista y desperdició su primera bala, que fue para la escuadra gallega.
Un año más tarde, tendría lugar una historia muy similar. El combinado del Paseo de Cervantes acabó cuarto la fase regular con 48 puntos por detrás de Sant Andreu (54), Manlleu (49) y Girona (48). En el play off, le tocó en suerte lidiar con Badajoz, Cartagena y Sporting B. Pese a que de nuevo arrancó con una victoria sobre el filial asturiano (1-0), otra vez cerró el curso con decepción al ser tercero con seis puntos (tres triunfos y otras tantas derrotas). El ascenso, recayó en el Badajoz.
Asegura el refranero popular que a la tercera va la vencida pero el Deportivo Alavés demostró para su desgracia que este aserto no siempre se cumple. En la campaña 1992-93 lideró la Liga regular con suficiencia (52 puntos por los 45 de Barakaldo, Gimnástica y Palencia) y parecía destinado a confirmar el ansiado regreso a la categoría de plata. Toledo, Jaén y Sant Andreu eran los últimos obstáculos en su camino. Un inicio arrollador con cuatro triunfos consecutivos pareció dejar el camino del ascenso expedito. Sin embargo, cuando menos se esperaba, llegó una cornada mortal. Tras imponerse 0-2 en el Salto del Caballo, el Alavés recibió al Toledo y la fiesta de Mendizorroza se transformó en un velatorio cuando el equipo castellano (ayudado por claros errores locales) se impuso 2-3, recuperando el golaverage particular y sentenciando la liguilla a su favor. La sexta y última jornada no hizo sino ratificar el éxito toledano y la tercera decepción consecutiva albiazul.
Un año después, el dominio del Glorioso en su grupo volvió a ser absoluto. Así, acabó como líder en solitario con 60 puntos por delante de Sestao (52), Numancia (52) y Barakaldo (48). El destino, le emparejó con Getafe, Figueres y Recreativo de Huelva. En esta ocasión, quedó claro muy pronto que el equipo no estaba en condiciones de pelear por el ascenso, ya que sólo pudo sumar dos empates y una derrota en sus tres primeras comparecencias. Al final, acabó tercero y la alegría se la llevó el Getafe.
Y por fin llegó el espejo en el que se desea mirar ahora mismo el Deportivo Alavés. En la campaña 1994-95, volvió a ser el enemigo insuperable para todos sus colegas del Grupo II. Como consecuencia, se hizo cómodamente con el campeonato gracias a los 61 puntos cosechados por delante de Numancia (55), Sestao (49) y Beasain (46). En la fase decisiva, el bombo le emparejó con Las Palmas, Gramanet y Raén. A priori, un lote complicado que, con los precedentes acumulados por el equipo, rebajó la ilusión. Más aún, cuando en la jornada inicial de la liguilla no se pasó del empate (1-1) en El Insular.
Sin embargo, el equipo que dirigía el malogrado Txutxi Aranguren reaccionó y enlazó tres triunfos consecutivos. 4-0 en Mendizorroza ante la Gramanet, 0-1 en el feudo del conjunto catalán y un decisivo 2-1 ante el Las Palmas con el fundamental apoyo de una entregada afición en el Paseo de Cervantes. En la penúltima jornada El Glorioso debía visitar al Jaén y perdió 3-1 pero como quiera que el Las Palmas no pudo pasar del empate (2-2) en Gramanet, esa derrota fue la más alegre de la historia para el Alavés. De esta manera, el estadio de La Victoria jienense se convirtió, el 21 de junio de 1995, en el escenario del ansiado ascenso albiazul que, cuatro días después se celebró por todo lo alto en Mendizorroza venciendo al Jaén -que, curiosamente, puede ser uno de los rivales de este año- en la intrascendente última jornada.
Con ese éxito que el plantel de Natxo González aspira a reeditar, puede decirse que se abrió la puerta a la época más brillante de toda la historia del alavesismo. A este ascenso le siguió el regreso a la Liga de las estrellas, la clasificación para una competición europea, la final de Dortmund... y, desgraciadamente, el regreso a los infiernos de la mano de Dmitry Piterman.
Así, en la campaña 2010-11, hace dos cursos, se recuperó el contacto con los play off. El formato actual ha dejado atrás la liguilla para optar por las eliminatorias directas y, tras acabar el curso regular tercero, el Alavés se topé en primera instancia con el Melilla, del que se deshizo tras empatar en la ida (1-1) y vencer en Mendizorroza (1-0). El siguiente escollo fue el Lugo, que mantuvo sus opciones en el Paseo de Cervantes (0-0) y, en un duelo agónico, se impuso ante su público en la vuelta (2-1), frustrando el sexto intento alavesista por ascender.
El séptimo asalto, que dará comienzo en apenas quince días, permitirá al Glorioso disponer de la ventaja de afrontar una eliminatoria directa tras haberse proclamado campeón de su grupo y debe suponer un nuevo punto de inflexión en la trayectoria del club. Tras haber logrado escapar en el último momento de las garras de la desaparición, necesita una bombona de oxígeno en forma de ascenso para poder continuar creciendo y alimentando el espíritu que está renaciendo en su incansable afición. Mendizorroza será, sin duda, su mejor apoyo.