Vitoria. Casi nueve meses de agotadora maratón competitiva para llegar al día de hoy y poder liberarse, por fin, de la presión de ser favorito. La particular batalla que el Deportivo Alavés ha protagonizado contra sus rivales y contra sí mismo ha tocado hoy a su fin. El vestuario albiazul se ha ganado una semana de reposo antes de encarar la que, de verdad, será la fase decisiva de la temporada. El equipo de Natxo González ha ido poniendo con sumo cuidado cada uno de los ladrillos con los que está erigiendo el edificio del ascenso y el domingo se culminó la parte inicial del trabajo. El Glorioso ha regalado a su afición el liderato del grupo y, de paso, se ha quitado el sufrimiento que supondría llegar a la jornada final del campeonato con los cabos todavía por anudar.

Lo que se esperaba se ha cumplido y Mendizorroza ha sido una fiesta de celebración en la que el equipo ha sido el encargado de poner el colofón victorioso. El partidazo en Bilbao, la remontada, el ambiente creado en la capital vizcaína, el pinchazo del Eibar en Lleida y el hecho de que el liderato se encuentraba a tiro despertaron la algarabía en un alavesismo que ha acudido en masa a Mendi y ya se frota las manos pensando en el play off. Después de tantos años de padecimientos, malos tragos y decepciones, parece que, por fin, este es el año bueno para el equipo. La asistencia al estadio del Paseo de Cervantes se ha ido incrementando progresivamente en las últimas jornadas con el buen hacer de los pupilos de Natxo González y hoy se ha superado los 12.000 espectadores en un campo en el que hacía mucho tiempo que no se veía tanta ilusión.