quince puntos y quince puntos. Si se echa un vistazo solo a la cifra, puede decirse que el Deportivo Alavés ha calcado en la segunda vuelta el notable arranque de temporada que protagonizó entre finales de verano y principios de otoño. El invierno no ha resultado crudo para los albiazules en forma de malos resultados, pero la forma de alcanzar esos idénticos quince puntos de veintiuno posibles en el arranque de ambas vueltas ha sido un poco diferente. Y es que el equipo de Natxo González se está encontrando en estos momentos con muchas más dificultades para ganar que las que mostró en el arranque de curso y, habiendo incluso mejorado su solvencia defensiva, sus problemas en la definición son los que le han impedido mejorar unos registros que parecían difíciles de batir.

Como si fuera una caricatura llevada a su extremo, el paso de las jornadas ofrece una imagen del Alavés que cada vez corresponde más a su prototipo de equipo sólido en defensa al que le cuesta resolver arriba sus partidos. En estas siete jornadas de la segunda vuelta apenas ha recibido un par de goles, ambos por graves fallos defensivos, pero en su casillero solo aparecen siete dianas. En el mismo período de la primera vuelta el registro favorable se alargaba hasta los diez tantos, mientras que el contrario se iba hasta los cuatro. Mejoría en un apartado en el que este equipo ha destacado desde el primer día, pero empeoramiento en otro que le sigue generando quebraderos de cabeza a un Natxo González que en no pocas ocasiones ha lamentado que sus pupilos no sean capaces de resolver los partidos con una holgura en el marcador que se corresponda a los méritos generados.

Así, lo que en la primera vuelta fueron cinco victorias consecutivas culminadas con dos derrotas, en la segunda vuelta se ha convertido en una sucesión de cuatro victorias y tres empates, propiciado este trío de igualadas, sobre todo las vividas en Noja y Zubieta, por la falta de contundencia alavesista en los metros finales. Y no ha sido, ni mucho menos, por falta de oportunidades, ya que este equipo se caracteriza por plantear partidos trabados de enorme exigencia física en los que va quemando poco a poco a los rivales para acabar triturándolos cual apisonadora con el paso de los minutos.

El problema llega cuando el gol no se celebra tantas veces como se merece. En sus dos últimas salidas ha vivido ejemplos así este equipo que apenas recibe disparos en contra desde que Iván Crespo se encuentra bajo palos. El cántabro solo ha recibido dos goles, ambos precedidos de graves errores defensivos, pero es que las oportunidades de los rivales no han ido mucho más allá. Eso sí, la efectividad de los oponentes ha sido mucho más elevada que la de los vitorianos, que en los tercios finales de cada partido suelen disponer de un buen puñado de ocasiones que, hasta la fecha, no están sabiendo definir para disfrutar de unos resultados un poco más abultados que no generen inquietud ni propicien el riesgo de perder puntos por el camino.

bloque mejorado Esos puntos dejados por el camino, sobre todo por culpa de los dos últimos empates, son los que dejan un poso de desazón dentro de una segunda vuelta en la que el equipo se está mostrando incluso más sólido que en el arranque del curso y al que solo esa falta de puntería en los metros finales está lastrando ligeramente a la hora de abrir el hueco definitivo con respecto a unos perseguidores que aún se encuentran a una distancia tranquilizadora.

La mejoría en defensa ha propiciado que los rivales apenas generen ocasiones y el equipo cada vez saca mayor partido de su potencial físico. En eso mucho tienen que ver las variaciones dispuestas por Natxo González en el libreto táctico, como, por ejemplo, el trivote dispuesto en los partidos a domicilio con Jaume, Beobide y Manu García, una tripleta que acaba desbordando a los rivales a base de trabajo e intensidad.

En el rendimiento colectivo, algunos jugadores que brillaron en el arranque del curso han perdido relevancia en el juego, siendo los de Guzmán, Jonan o Barahona los casos más llamativos, pero el nivel del colectivo se mantiene muy elevado y los jugadores que no contaron tanto en los primeros compromisos han cogido el relevo a la perfección aportando también un trabajo muy bueno y dando solidez a la base de futbolistas que se ha mantenido prácticamente inamovible en el once desde que arrancara la temporada.

Otro punto muy positivo viene marcado por las incorporaciones en el mercado invernal, que han supuesto un aire nuevo al equipo y han incrementado el rendimiento del bloque. Crespo, Juanje y Laborda se han convertido en piezas indiscutibles para Natxo González y su rendimiento está siendo muy elevado, consiguiendo mejorar el nivel de todo el grupo.

El equipo funciona incluso mejor que al principio de la temporada, así que solo falta recuperar el instinto goleador de ese primer tramo del curso para que las victorias no sean tan sufridas y no exista el riesgo de dejarse nuevos puntos en el camino en partidos que se dominen.