Vitoria. El cambio de año ha venido acompañado para Borja Viguera de la aparición de su versión más demoledora. Obligado durante buena parte de la temporada a ejercer de referencia ofensiva, donde ha demostrado que no disfruta, la recuperación de efectivos y la llegada de refuerzos le ha permitido al riojano jugar liberado de las ataduras de una demarcación fija. A su aire, ahora apareciendo por aquí y después por allí, el peculiar atacante que no se puede catalogar ni como delantero centro ni como mediapunta ha campado a sus anchas sacando a relucir una capacidad goleadora brutal que ha conllevado la suma de un buen puñado de puntos. Si en el primer tramo del curso destacó por su capacidad para desequilibrar a través del último pase, la diferencia desde el parón navideño la ha marcado a base de dianas, hasta cuatro que le han permitido igualar a Guzmán al frente de los artilleros albiazules.

Viguera había dejado enormes muestras de su talento en la primera fase de la temporada, pero las dianas en Liga se le habían resistido. Apenas dos en los duelos ante SD Logroñés y Amorebieta. Eso sí, todo lo contrario había pasado en una Copa del Rey en la que el riojano fue capitán general con goles en Catarroja para sentenciar la primera eliminatoria, el decisivo en la prórroga ante el Huracán que valió su peso en oro y el mediático frente al Barcelona en el Camp Nou.

Su virtud más destacada en esos dieciocho compromisos ligueros previos al parón invernal fue la asistencia, otorgando a sus compañeros ventajas muy favorables en la resolución de la suerte máxima por su habilidad con el último pase. Hasta cuatro (en Teruel a Barahona, en Amorebieta a Javi Hernández, en Torrelavega a Luismi y en Tudela a Sendoa) goles llevaron la rúbrica del balón pasado con maestría antes del remate final.

En ese tramo inicial del curso ya comenzó a protagonizar esas acciones, a veces magistrales y otras incomprensibles, que van de pleno asociadas a un estilo gongorino de entender el fútbol donde el efectismo impresionante, el preciosismo en el gesto y el barroquismo en cada acción adornan en verso un juego alavesista escrito casi siempre a base de eficaz prosa. El arte de dificultar lo que podría ser más sencillo con el riesgo de equivocarse, pero al mismo tiempo la virtud de imaginar lo que para otros es imposible. Para lo bueno, que ha sido mucho, y para lo malo, que también ha existido, vigueradas -término que ya puede ser patentado para describir sus genialidades- en estado puro. Curroromerismo trasladado a un campo de fútbol.

Dejando a un lado los errores, es Viguera un jugador sobrado de calidad para la categoría, pero al que en su trayectoria le ha faltado un mínimo de regularidad para poder dar el salto y asentarse como su talento merece. Pocos hay que puedan encadenar regates al más puro estilo de Maradona o Messi partiendo desde el centro del campo como hizo en Noja o, en más corto espacio, en los goles ante el Huracán o el SD Logroñés. O convertir un control orientado con el pecho en un regate, como en su gol en Amorebieta. O que tengan ese gusto por buscar la chilena en los balones aéreos o por tratar de sorprender a los porteros desde medio campo. Y es que, más allá de la capacidad, se encuentra también el riesgo y el riojano no lo elude cuando se presenta la oportunidad de firmar una acción memorable.

Mejoría rematadora El gol no le había acompañado en Liga demasiado, pero desde el parón invernal ha sacado a relucir su versión más letal. Izarra, SD Logroñés, Teruel y este mismo sábado el Eibar han probado en sus carnes su mortífera capacidad dentro del área. Sin olvidar, además, su virtud como pasador, suya que también fue asistente en el gol de Sendoa. Así, ha participado directamente en el desenlace de cinco de las ocho dianas que ha conseguido el Deportivo Alavés desde que se reanudase la competición.

Firma el riojano, de esta guisa, seis dianas y cinco asistencias en lo que va de temporada liguera. En la primera de las suertes iguala con Guzmán, pero a su favor desequilibran los tres goles coperos. En la segunda, la del pase, no hay quien le emule en el equipo.

Los seis goles conseguidos en Liga y los tres en Copa acercan a Viguera a las mejores cifras que ha firmado como profesional. Media docena de dianas ya firmó en su última campaña en el filial de la Real Sociedad (2008-09), aunque sus mejores números datan de su primer y segundo cursos en el segundo equipo txuri urdin. Y es que, en la campaña 2006-07 firmó diez tantos, mientras que en la siguiente se quedó en nueve. Cifras que ahora pueden quedar reducidas a cenizas al encontrarse el punta en uno de sus mejores momentos profesionales cuando se encuentra a punto de alcanzar los 26 años. Un Viguera demoledor en este arranque de 2013 que, con su vistoso y espectacular estilo, augura muchas alegrías futuras al alavesismo.