Noja. Cuando se ponen encima de la mesa todos los argumentos necesarios para ganar un partido y no se consigue, no queda otra que rendirse a la evidencia. Con mucho menos que lo ayer expuesto en Noja se ha llevado el Deportivo Alavés muchas de las victorias que jalonan su casillero a lo largo del presente curso. Con la táctica habitual de ir madurando el partido, de poner al oponente en sazón, supo el cuadro albiazul sobreponerse a un nefasto arranque de segunda parte en el que su candidez atrás propició un gol de Torre que ponía las cosas cuesta arriba. Pero el mazazo no tumbó al Glorioso. Ni mucho menos. En la adversidad se alzó poderoso para primero empatar y luego disfrutar de sobradas oportunidades de llevarse tres nuevos puntos. Pero ahí se topó con un extraordinario Cabrero y con la falta de acierto en ocasiones imperdonables, incluso tras sufrir la expulsión de Manu García, para quedarse con la miel en los labios.
Las bajas obligaron a Natxo González a plantear diversas variantes, con el estreno de Luciano y Ayala en el eje de la zaga; la presencia de Beobide y Manu García en el doble pivote y con Miki en labores de enlace. También, por primera vez de inicio, Laborda actuó en punta y su labor fue de los más destacado en una primera parte en la que fue su carácter batallador, su perseverancia para no dar ningún balón por perdido, la que propició las acciones más peligrosas.
El navarro se convirtió en un constante incordio para la zaga cántabra y de su batalladora lucha por cada balón surgieron un par de ocasiones de bastante peligro. Sobre todo una, en la que dejó completamente solo a Sendoa en el mano a mano ante el portero, aunque el vizcaíno no fue capaz siquiera de rematar al adelantarse Resines antes de que ejecutase su disparo.
El estado del terreno de juego incomodaba al máximo la circulación de balón a ras de césped, una circunstancia que en ocasiones no supieron leer bien los albiazules, empeñados a veces en rasear cuando lo idóneo era sacar el esférico con los menores apuros posibles.
A eso se dedicó en todo momento un Noja que buscó permanentemente la figura del interminable Iker Torre como referencia arriba. El espigado delantero ejerció de faro ofensivo y con su ventaja de altura tocó muchos balones, aunque el peligro apenas se presentó en los dominios de un Crespo que sufrió más por los errores de sus compañeros que por la amenaza del rival.
Se inició la segunda parte con nuevos problemas añadidos a los ya arrastrados. Hubo de quedarse en los vestuarios Beobide por culpa de un tobillo izquierdo maltrecho y el centro del campo perdió en consistencia con el ingreso de un Viguera que tomó posiciones de vanguardia, lo que también llevó a Laborda a banda perdiendo el equipo a su futbolista más incisivo en punta.
La baja de Beobide supuso que el pegamento albiazul en zonas de contención desapareciese por completo. Demasiadas ausencias de jugadores importantes en las tareas de destrucción. Y de eso se aprovechó el Noja en un arranque de segunda parte espitoso en una jugada embarullada en la que Luisma se llevó el balón, Richy centró desde la izquierda sin oposición alguna y Torre aprovechó todos sus centímetros para sacarse un cabezazo cruzado imposible para Crespo.
Con el marcador en contra se irguió poderoso el Alavés para firmar un último tercio esplendoroso, pleno de fuerza y oportunidades. El empate llegó de la zurda de Sendoa tras sensacional combinación colectiva y al Noja no le quedó otra que, fundido físicamente, replegar velas y encomendarse a la magia de un portero tocado ayer por la divinidad. Miki, Guzmán, Viguera y Laborda se toparon con el meta cántabro, pero la más clara ocasión, a puerta vacía, la echó Sendoa al larguero. Ni siquiera la expulsión de Manu García fue obstáculo para un asedio albiazul que finalmente, y de manera inmerecida, no tuvo premio.