Vitoria. Regresa el Deportivo Alavés a Mendizorroza después de dos trabajadas victorias a domicilio con las ganas de quitarse de encima el particular yugo que le atenaza cuando tiene que actuar ante su parroquia. Tan cierto es que en el estadio del Paseo de Cervantes ha desarrollado el equipo de Natxo González su mejor juego como que los resultados han sido bastante peores que los méritos generados. Que el conjunto albiazul se desenvuelve mejor cuando le toca actuar como visitante es una evidencia, pero la mejoría en los resultados como local es ya una obligación para el segundo tramo del curso.

El principal problema viene marcado por la baja efectividad mostrada en la habitualmente elevada cantidad de ocasiones que el cuadro alavesista suele generar en Mendizorroza. El equipo se suele plantar con cierta comodidad en las proximidades del área, pero en los metros definitivos le está faltando el acierto necesario para resolver sus compromisos con mucha mayor facilidad. La falta de espacios ante oponentes que generalmente se atrincheran en torno a su portero es un problema evidente, pero tampoco insalvable porque este Alavés ha sido capaz de generar bastantes oportunidades como local en las que le ha fallado el remate definitivo para en ocasiones llevarse el gato al agua o, en otras, manejarse con más comodidad en el marcador.

Por esa razón el duelo de esta tarde contra el Teruel vuelve a presentarse como un examen de personalidad para los albiazules. Es uno de esos partidos que en la quiniela están señalados con un uno de antemano, pero el pronóstico hay que convertirlo en realidad sobre el césped y para eso hace falta acertar con la portería. Y cuanto antes mejor para evitar que surjan los nervios que pueden acabar atenazando a los jugadores.

El de este tarde es uno de esos partidos que el Alavés ya ha vivido en Mendizorroza a lo largo del presente curso en los que la única duda antes del inicio parece estar radicada en saber en qué minuto va a poder celebrar la grada el primer gol. El Teruel, como tantos otros en este grupo, es un conjunto peleón y rocoso, pero limitado en vanguardia. Así, de nuevo mantener la portería a cero tiene que ser la primera columna sobre la que se sustente una nueva victoria.

Después, de medio campo hacia delante, quedará la labor de los artistas en la ejecución de la suerte máxima del fútbol. Si lucidez y acierto se conjugan, la tarde puede resultar plácida. Si por el contrario ambas virtudes se ausentan, el sufrimiento ya está garantizado. Ya ha vivido este Glorioso varias sesiones de nervios inesperados durante la presente campaña, así que el objetivo pasa por desterrar el padecimiento y tratar de firmar una victoria tranquila, aunque seguramente no resultará sencillo.

Ante la evidencia de que el Teruel va a ceder balón y metros, Natxo González ensayó ayer con una variante táctica que podría estrenar esta temporada y que se incluye en las variaciones que el preparador alavesista ha ido incluyendo en sus sistemas en los últimos compromisos. Así, en el entrenamiento probó con un 4-1-4-1 con la presencia de Jaume en solitario en el pivote y con dos de los jugadores más creativos del equipo, como Sendoa y Jonan, por delante.

Podría buscar de esta manera soluciones el preparador alavesista en la zona de creación con la presencia de estos dos futbolistas que, además, aportan llegada desde segunda línea. En las bandas, la prueba se realizó con Guzmán y Luismi, aunque este segundo sigue pendiente de sus perennes molestias en el gemelo, quedando la punta del ataque para Juanma y manteniendo como hasta la fecha la línea de cuatro defensas.

Con ese arsenal afrontará el Alavés un duelo ante el Teruel que ya le costó resolver en la primera vuelta y que vuelve a presentarse como complejo dado que el equipo maño ha ofrecido su mejor rendimiento como visitante.