Barcelona. Hay maneras de perder y maneras de perder. El Deportivo Alavés lo hizo ayer con todos los honores y ante el mejor rival posible. Hasta el lujo de poner una pica en Flandes se permitió el equipo de Natxo González, que lejos de verse trasquilado sale enormemente reforzado de una eliminatoria copera perdida de antemano pero que le sirve a la plantilla, al cuerpo técnico y al club para reafirmarse en la creencia de que existe un futuro brillante por delante para el que ya se han asentado unas bases muy firmes sobre las que ahora hay que seguir construyendo el edificio. Hay derrotas y derrotas y la de ayer entra directamente en el capítulo de esas que no causan daño alguno al que las padece. Muy al contrario, ya que El Glorioso salió del Camp Nou con mucha más fortaleza que cuando entró y reafirmando que, esta vez sí, esta dispuesto para protagonizar una temporada que evoque el recuerdo de los mejores años de su historia.

Ante un Barça estático y completamente exento de velocidad en sus combinaciones más allá de la capacidad de desborde de Tello, el Alavés echó mano de sus recursos habituales, esos que le hacen campar a sus anchas por la Segunda B y que también se mostraron completamente efectivos ante el mejor equipo del mundo. Presión agobiante y rápida salida de balón propiciaron los primeros sustos a los blaugranas, que incluso se pudieron ver castigados con un penalti en contra por mano de Song nada más empezar el partido. Un susto que vino seguido de alguno más antes de que en el minuto 16 Viguera completase con un soberbio cabezazo cruzado un sensacional pase de Miki con el que el Camp Nou enmudecía a la vez que se escuchaba, claro y nítido, el rugido del alavesismo.

El gol enardeció aún más los ánimos de un equipo que veía premiado su esfuerzo de toda la temporada ya solo con jugar en el coliseo barcelonista, pero que encima se acrecentó al verse capaz de tutear al equipo de Vilanova. Así, incluso, por momentos fueron los pupilos de Natxo González los que se hicieron con el control del balón y lo domaron a su antojo para obligar a un repliegue intensivo a un Barça sorprendido por este despliegue.

No tardó el juego en regresar a la normalidad prestablecida, con los culés haciendo gala de nuevo de ese particular y vistoso estilo que les ha coronado como el mejor equipo del fútbol mundial. Así, Herrera, tranquilo durante los primeros 25 minutos, comenzó a tener que emplearse a fondo con varias disparos lejanos hasta que el Barcelona optó por lo que mejor hace, la combinación en corto y la ruptura a través del pase para empatar el partido en una pared entre Thiago y Adriano que remató el lateral.

Terminaba con tablas una primera parte en la que el cuadro albiazul había llegado a tratar de tú a tú a un poderoso oponente, haciendo ver a los ojos de todo el planeta fútbol que tiene un estilo reconocible, serio y fiable que le puede conducir al éxito en un escaso margen de tiempo a poco que la fortuna se convierta en aliada.

En la segunda parte comenzaron a notar los alavesistas el peso de las piernas, el cansancio acumulado por tener que correr siempre detrás del balón y de esa falta de chispa acabó brotando la goleada barcelonista, sobre todo gracias a un Villa que vive con hambre de gol. Primero de falta y posteriormente al completar una contra, el asturiano rompió definitivamente el partido, aunque entre medias Velasco Carballo, casero hasta aburrir, cercenó el segundo tanto albiazul, el que hubiese puesto el 2-2 en el luminoso.

Pese a esa desventaja en el marcador, no dejó de pelear en ningún momento el Alavés en pos de un marcador mejor de puertas para afuera, aunque hacia adentro esta eliminatoria ha supuesto un triunfo moral, un rearme psicológico que sirve para afrontar con energías renovadas lo que queda de temporada. Y es que, lo importante es volver pronto y de manera habitual al Camp Nou y hacerlo para competir de tú a tú con este gran Barça.