Vitoria. "Todavía no está en forma, deberá esperar su momento pero es un chico fuerte que, cuando coja ritmo, puede aportar cosas diferentes", se justificaba Natxo González sobre la reiterada ausencia de las convocatorias de Juanma al comienzo de este ejercicio. Delgado arribó a Gasteiz a última hora. La dilación en su incorporación, su humilde procedencia y su exiguo currículum auguraban otro fichaje-prueba sin grandes réditos.
Felizmente, no ha sido así. Felizmente las declaraciones de Natxo González no escondían desconfianza alguna hacia el trabajo del valenciano. Eran sinceras. A mitad de agosto el corpulento nueve levantino aceptaba venir a la capital alavesa para probar suerte en un proyecto que, al igual que en años precedentes, se presentaba como uno de los más prestigiosos de la Segunda División B. El día 15 exactamente. Una semana antes, el fichaje de Josemi, punta gasteiztarra procedente del Vitoria, había sido desestimado por los técnicos tras un proceso similar al que estaba a punto de acometer Delgado. Todo ello contribuía a pensar que el jugador que se demandaba sería de relleno. El perfil bajo de los dos jugadores constituían un indicativo obvio. Esa era la idea general.
Así las cosas, tras las dos semanas pertinentes en las que el valenciano estuvo a prueba, se le hizo un contrato. Juanma era el último ribete de una plantilla corta cuyos últimos flecos, daba la impresión, serían meras comparsas. Sin embargo, Juanma comenzó a coger la forma que su técnico demandaba y a entrar en las rotaciones. Con los minutos justos, no se podía aún valorar el desempeño del nuevo albiazul. Tan sólo había disfrutado de una exigua ración en la victoria albiazul en Pamplona contra el filial de Osasuna.
Fue entonces cuando Natxo González fue fiel a sus palabras. El gasteiztarra otorgó la titularidad a Delgado, contra pronóstico, en la primera final que afrontó este año el equipo. La del encuentro copero ante el Huracán que abriría las puertas al duelo contra el todopoderoso Barcelona y de la cuadratura presupuestaria de este curso a las primeras de cambio. Delgado fue, vio y venció. Hizo de profeta en su tierra, la que le negó el despegue como profesional y, con un partido soberbio -gol incluido-, abrió un debate que parecía no haber existido nunca. Juanma parecía válido para completar la delantera del líder del Grupo II de la Segunda B.
Las razones esgrimidas al principio de estas líneas -procedencia, currículum y el perfil bajo de los candidatos al puesto- y la dilación en su aparición como babazorro habían hecho que el grueso del alavesismo se olvidara del valenciano dentro de una plantilla confeccionada en corto. Por eso, su abrupta irrupción fue una auténtica sorpresa. Más que por su actuación, por el hecho de que González otorgara la titularidad a quien, por lo visto hasta la fecha, no contaba.
Es de recibo ponderar que Delgado completa una de las fichas sub'23 del equipo, que tiene 21 años y que su humilde galopar por los terrenos de juego estatales tienen en su tierna edad una justificación aceptable. El corpulento nueve se formó en las categorías inferiores del Levante, donde jugó entre 2006 y 2009. Tras esa etapa, abandonó el manto filial para enrolarse en las filas del Jove Español alicantino, en Tercera. Consiguió ascender de categoría. No con su equipo pero sí mediante su fichaje por el Denia, con el que únicamente marcó dos goles en toda la campaña. Ambos ante el Lleida, actual rival del Alavés por el ascenso, que tan sólo sirvieron para acortar distancias en un choque que se terminarían llevando los catalanes por tres goles a dos.
El último capítulo de la humilde historia de Delgado se escribió el pasado domingo. El Sestao visitaba a un Alavés en plena forma pese a su derrota -lógica manda- por 0-3 ante el mejor Barcelona de la historia, al menos en lo que concierne a sus números ligueros. La baja de Negredo propició su debut como titular en Mendizorroza en un encuentro donde, al igual que contra el Huracán, brilló por trabajo y efectividad.
El último en llegar, con quien nadie contaba, es ahora una de las amenazas más temidas del líder del Grupo II de la Segunda B. Sin lugar a dudas, la dinámica positiva implantada victoria tras victoria en el equipo que dirige con tino Natxo González ha sido clave en esta adaptación progresiva, efectiva y, reconozcámoslo, sorprendente.