Como dos gotas de agua que siguen el camino de la creación original. Distinguir el Barcelona dirigido por Tito Vilanova de la versión de su predecesor en el banquillo, Pep Guardiola, es prácticamente imposible. La misma escuela, la doctrina impuesta en Can Barça por Johan Cruyff hace ya más de dos décadas, sigue vigente. Más aún teniendo en cuenta que la base de este estilo, que no son otros que los futbolistas, se mantiene inalterable. Así lo considera una eminencia del balompié como Juan Manuel Lillo, alejado ahora de los banquillos y perenne estudioso del fútbol que es uno de los padres ideológicos de este legendario Barcelona porque, cabe recordar, Guardiola se convirtió en su alumno más aventajado a la hora de aplicar sobre el terreno de juego los criterios del fútbol de posición. Lo que parece sencillo cuando se ve por televisión tiene detrás horas y horas de perfeccionamiento hasta alcanzar un nivel de tamaña perfección que resulta indescifrable para los rivales por la velocidad en su ejecución.
No le gusta a Lillo la idea de caer en unas comparaciones entre el Barcelona de Guardiola y el de Vilanova que considera que tienen la única finalidad de "generar conflictos e instalar debates falsos" y el técnico de Tolosa considera que, habiendo bebido de la misma fuente y manteniendo el mismo bloque principal de jugadores, son más cosas las que les unen que las que les separan en su estilo.
"Las coincidencias siempre serán muchas más que las diferencias porque el fútbol es de los futbolistas y están casi todos los futbolistas que estaban, los más relevantes en el condicionamiento de un estilo de juego. Mucho no se van a poder diferenciar, excepto si alguno de estos pasa por un estado de forma que no es bueno. Si se mantienen los mismos jugadores, lo más normal es que se mantenga ese mismo estilo", defiende el entrenador guipuzcoano, que considera que cualquier técnico que se pusiese al frente de ese equipo lo haría funcionar, si es que no se vuelve loco, de una manera bastante similar, recordando, eso sí, que en la etapa de Guardiola ya se apreciaban variaciones.
"Dentro de los cuatro años anteriores se van produciendo modificaciones que tienen que ver con cambios de conducta, de jugadores, de rivales... Es normal que ahora también se produzcan algunos cambios. Otra cosa sería si no pones a Iniesta y Xavi, que ahí sí que vas a hacer que se note la diferencia. Pero si los pones a los dos, con Busquets por detrás... Con los demás haz lo que te dé la gana porque eso ya se va a parecer a lo anterior", defiende el que fuera entrenador, entre otros, de Salamanca, Oviedo, Tenerife, Zaragoza, Real Sociedad o Almería.
Los resultados del Barcelona a lo largo de la presente temporada están siendo impresionantes, con pleno en la Liga de Campeones y habiendo igualado el mejor arranque liguero de su historia, pero visto el transcurso de los partidos este equipo ha sufrido mucho más que sus predecesores para alcanzar esos triunfos. Pese a ello, Lillo lanza un aviso: "El día que te pillan te barren. Son tan buenos que en el minuto 17 puedes ir 0-3. El otro día, contra el Deportivo, Messi se queda mano a mano con Aranzubia para meter el 0-4, lo falla y en la contra viene el penalti. Si llega a meter el cuarto, no quiero saber lo que podría haber pasado".
un sometimiento menor El preparador guipuzcoano sí que aprecia un cambio significativo a la hora de hallar el camino hacia el gol, que se busca de una manera más rápida y con muchos menos pases, una nueva apuesta que puede haber propiciado más riesgos defensivos al no obligar al repliegue a todos los rivales.
"Cuando entran en campo contrario la secuencia de pases que están ofreciendo está siendo más corta porque hay una actitud más clara por meter ese último pase definitivo. Están ganando a los rivales, pero no los están sometiendo tanto y juntándolos tanto a su portería. En cuanto dan tres o cuatro pases en campo rival ya están buscando que Pedro o Alexis rompan, que Cesc supere la última línea para ver si le meten la pelota profunda, que Jordi Alba estire al equipo... Está queriendo meter gol antes, de una manera más rápida", analiza.
La expresión "sometimiento del rival" es la que más repite el técnico tolosarra. Este Barcelona de Vilanova no insiste tanto en mover el balón de un pie a otro buscando los espacios, sino que intenta romper verticalmente con menos circulación de balón. Así, al acortar el tiempo de posesión en cada jugada, permite un respiro a los rivales, que no se ven obligados a replegarse por completo y se permiten dejar alguna pieza liberada para montar contragolpes.
"Antes conseguían que se tuviesen que replegar todos los rivales, que estuvieran cerca de su portería y, encima, gran parte de ellos mirando para su portería no para la contraria. Eso también ayuda a que la puedas robar. Así, determinados jugadores que no se repliegan al no ser la secuencia de pases tan larga se quedan en posiciones intermedias y son los que les están obligando a ellos a correr hacia atrás. Hemos visto más contras en estos partidos que en cuatro años. La cantidad de pases que daban en campo rival les permitía juntarse hacia delante y obligaba al rival a juntarse hacia atrás. Ahora se les quedan determinados jugadores más sueltos y de ahí vienen las contras", sigue.
Lillo enlaza aquí otro aspecto fundamental del Barcelona de Guardiola, que era la presión adelantada para recuperar el balón en zonas de peligro, que considera que ahora es más complicado al no haber tantos jugadores barcelonistas en posiciones de vanguardia: "Ahora no llegan tan juntos a someter al rival cerca de la portería, no hacen que todos los contrarios se replieguen y así no consiguen estar muchos jugadores en el lugar de la pérdida y a diferentes alturas, que es lo que te permite robar balones de una manera casi inevitable".
A juicio del entrenador guipuzcoano, estas variaciones han propiciado que el Barça esté viviendo "más situaciones angustiosas cerca de su área" al no apabullar a los rivales a base de encadenar series de veinte o treinta pases como hacían anteriormente: "Ganan y ganarán, pero de momento no hay un sometimiento que es lo que pasaba antes, que los rivales acababan haciendo defensas de balonmano. Algunos eran un 11-0, pero no porque quieres, es que no te quedan más narices. Te pegan a la portería y no el culo, la cara porque se te meten a la espalda".
la importancia de la masía Dentro de su análisis, el técnico le otorga una gran importancia a las bajas que ha sufrido Tito Vilanova, ya que considera que dos jugadores como Carles Puyol y Gerard Piqué son dos piezas fundamentales para desarrollar los criterios del fútbol de posición. "Tiene una gran importancia buscar superioridades numéricas de atrás hacia adelante y para eso tener a los dos centrales que mejor conocen esto, que son Puyol y Piqué, es fundamental y tampoco han estado", asevera.
Insiste Lillo en la relevancia de las ausencias de estos jugadores que han mamado desde críos el particular estilo de juego barcelonista, ya que considera que es muy difícil, por muy bueno que sea un futbolista, meterse en ese particular engranaje: "Los jugadores que se han formado en La Masía tienen una construcción dentro de esa estructura y eso no se puede comprar en ningún lado. Ya lo decían Adriano o Yaya Touré: te metes en el rol del Barcelona y pareces un juvenil. Los criterios vienen sellados a sangre y fuego. Hay jugadores que pueden estar cien años jugando con esa camiseta que no llegarán, pero hay otros como Cesc, que ha estado siete años jugando con otra camiseta y resulta que nunca dejó de tener la del Barça puesta. El haber crecido en ese entorno y tener muy claros todos los criterios del juego de posición es maravilloso y ahí es donde más lo notan".