Logroño. Dicen los expertos que la diferencia entre un buen equipo y un conjunto campeón radica en la capacidad de estos segundos de llevarse victorias en aquellos partidos en los que no juegan del todo bien. Esa capacidad de sacar el máximo provecho del más mínimo resquicio suele suponer una buena cantidad de puntos al final de cada temporada y los bloques que no son capaces de obtener un rendimiento positivo incluso en la peores circunstancias no suelen hacerse acreedores a los laureles del ganador. El Deportivo Alavés demostró ayer en un duelo directo ante un oponente del calibre de la Unión Deportiva Logroñés que esta temporada está tocado por la varita mágica y supo despertar a tiempo después de una primera parte demasiado gris para firmar un inicio de segundo periodo brillante en el que propició la acción de un triunfo que acabaría sufriendo hasta el último segundo por no ser capaz de dormir el choque.

El duelo comenzó mucho más abierto de lo que se podía esperar entre dos equipos brillantes sobre todo en el aspecto defensivo pero que en los primeros minutos realizaron unas concesiones que en nada recordaban sus versiones precedentes. Un cabezazo al palo de Jano y un remate raso de Iñaki en apenas tres minutos tuvieron su respuesta con un mano a mano que Jonan echó a las manos de Castilla. Chocando los puños, cual púgiles, aunque el combate se fue decantando poco a paco del lado riojano merced a las facilidades que encontraron para superar todas las líneas defensivas albiazules con la única excepción de un colosal Miguel, profeta en su tierra en una primera parte en la que evitó el gol logroñés en repetidas ocasiones.

Se encontró el equipo de Pepe Calvo con una inusitada e inesperada facilidad para rebasar la línea de dos mediocentros alavesistas y para generar mucho peligro también por las bandas. En poco o nada se parecía el equipo de Natxo González a ese bloque sólido y granítico al que tiene acostumbrado a su parroquia y solo en la primera parte concedió casi tantas ocasiones a su rival como en el resto de la temporada entero. Por fortuna, este Logroñés está reñido con el gol y lo demostró con un par de remates al larguero y una incapacidad manifiesta para sacar partido de alguna clara ocasión.

Eso sí, nada se puede prever en un deporte como el fútbol, que incluso da oportunidades a quien no lo merece. Así, para cerrar la primera parte dejó el Alavés una contra de libro tras una recuperación, una de las pocas que hubo, de Jaume en el centro del campo que propició la rápida salida, el segundo toque de Jonan en todo ese primer tiempo y un mal remate final de Barahona que atajó Castilla. Pese a esas dos claras ocasiones vitorianas, el empate al descanso era el mejor premio que se podía obtener de la peor primera parte de este equipo en lo que va de curso, completamente a merced de un rival que no supo sacar partido de sus ocasiones.

Con el arranque del segundo periodo el cambio que experimentó el equipo de Natxo González fue relevante, volviendo a su propio sí y recuperando toda esa serie de virtudes que le han convertido en un conjunto de enorme solvencia. Así, recuperando balones con mayor facilidad a base de cerrar las vías de ataque al rival y dando un mayor protagonismo al balón, el cuadro albiazul fue decantando de su lado una balanza que el Logroñés parecía tener del suyo.

Se recuperó una percusión por las bandas que se echó de menos al principio y el peligro comenzó a brotar de una manera constante que alarmó a un Logroñés que se vio obligado al repliegue, pero siendo incapaz de contener los agujeros que se abrían en su defensa. En una de estas llegadas, una internada de Barahona fuer cortada con la mano por Jano. Penalti y expulsión. Guzmán abría el marcador con cierto intríngulis al llegar Castilla a tocar su disparo y allanaba el camino hacia un nuevo triunfo. Eso sí, y pese a su superioridad en el marcador y también la numérica tras la expulsión, los tres puntos hubieron de sufrirse hasta el último segundo del descuento por los problemas para mantener el balón controlado y dormir hasta el sopor un partido que el líder alavesista supo rescatar a tiempo para llevarse otro triunfo.