El Alavés cumplió ayer su objetivo copero eliminando al Huracán y el Barcelona será su próximo rival

Apunten esta fecha:31 de octubre. Y un sitio: Mendizorroza. Esa es la fecha en el que el Barcelona visitará Vitoria como próximo rival del Alavés en Copa. A los babazorros les tocará visitar la capital captalana el 28 de noviembre.

Y todo esto cuando equipo y afición todavía están de resaca después de quea uer se viviera otra gran noche, por fin, lejos ya de tugurios futbolísticos para acercarse a los templos del balompié. Y, encima, con invitaciones de lujo. Y es que la siguiente ronda, la cuarta y deseada, ni siquiera cuesta dinero. Muy al contrario, ya que puede convertirse en un maná llovido del cielo en forma de euros para las arcas de un Deportivo Alavés al que la suerte parece haberle cambiado. Por fin. Y hay que celebrarlo, que ganas había. Otra ronda y más Copa de esa que solo deja resaca dulce y los bolsillos más llenos que antes.

El Huracán hizo honor a su nombre en una salida furibunda y como un vendaval en la que intentó arrollar al conjunto vitoriano a base de impulso y de un mejor conocimiento del terreno de juego. Es curioso el deporte del fútbol, el único que permite a cada equipo jugar en un campo que en poco o nada puede parecerse a otros. Hierba artificial, dimensiones reducidas, escasa iluminación y un rival de poderío físico y calidad. Ni con todos esos ingredientes fue capaz de sorprender el conjunto valenciano a un Alavés que también apostó por los centímetros al situar Natxo González juntos a tres centrales (Luciano, Agustín y Javi Hernández) y como pareja en punta a Negredo y Juanma, los cinco futbolistas más espigados de que disponía.

Así, tras unos primeros minutos en los que le costó asentarse sobre el terreno de juego y pasó por momentos de zozobra, el cuadro albiazul se arremangó para meterse de lleno en la pelea de saltos, empujones y pelea en el que se transformó un partido que de fútbol tenía lo justo. Pese a ello, como se sigue jugando con un balón redondo, los albiazules intentaron alguna combinación de calidad, la primera de ellas entre Juanma, Rubio y Guzmán que concluyó con remate del extremeño y un rechace del portero que Negredo remachó a la red pero invalidado por supuesto fuera de juego.

Esa acción le metió el miedo en el cuerpo a un equipo local con escasos recursos más allá de los balones en largo y las segundas jugadas, siempre, eso sí, que no entrasen en juego Capdevila y Javi Navarro. Por parte albiazul, ganados los balones divididos se puso en manos de sus llegadas por las bandas y de la amenazadora presencia en mediapunta de Guzmán secundando a Negredo y un magnífico Juanma.

Curioso lo del delantero valenciano, que en toda la temporada solo había dispuesto de los minutos de descuento del pasado sábado en Tajonar. Trabajo de sacrificio, protección de balones, incorporaciones por la banda y llegada peligrosa al área. Tanto que en un remate de cabeza que pegó en el larguero fue protagonista de un gol fantasma que apenas unos segundos después convirtió en gol al cazar al borde del área un disparo seco que con su bote sorprendió al portero. Así, el equipo de Natxo González se iba al descanso con ventaja en el marcador para recuperar fuerzas y afrontar la segunda parte de esta guerra.

Tuvo la sentencia a tiro el cuadro albiazul con un nuevo gol anulado por fuera de juego de Luciano y ese dominio propició que el Huracán variara su discurso dando entrada a Carreño y Morgado, una apuesta por un fútbol más raseado que le acabó dando resultados al cuadro local en el minuto 72 cuando Javi Navarro se aprovechó de una mala salida de Miguel para empatar y poner un jaque a un Alavés que durante unos minutos rozó peligrosamente el mate. Pese a ellos, supo rehacerse el conjunto vitoriano para ser muy superior en los minutos finales y disfrutar de varias ocasiones que no evitaron, pese a la superioridad, que el duelo se fuese a la prórroga.

El tiempo extra se convirtió en un monólogo alavesista ante un rival físicamente hundido, pero le faltaba a los de Natxo González la sentencia en esa pelea que parecen mantener con el gol. La encontró en una jugada magistral de Viguera. Uno, dos, tres y cuatro regates. Como cuatro soles. Como cuatro rondas coperas. En el 104. Un gol que metió al Glorioso directamente en el bombo copero, que se celebró como nunca y que devuelve al Alavés a su sitio natural.