Vitoria. Después de vivir su semana más dura en lo poco que va de temporada, el Deportivo Alavés quiere olvidar de manera inmediata las malas sensaciones que supone convivir con la derrota. Algún día tenía que llegar el primer varapalo del curso ya que nadie en el mundo del deporte está exento del tropiezo y ahora el reto es saber gestionar esa decepción para no hacer una montaña de un simple grano de arena que hay que archivar en el olvido cuanto antes para evitar el riesgo de que comiencen a surgir las primeras dudas en torno a un proyecto que desde su arranque ha funcionado de maravilla.
El objetivo no es otro que regresar a la normalidad y, en el caso de este nuevo proyecto alavesista, esa normalidad se traduce en victorias. Una primera derrota es algo mucho más que asumible y hay que tener en cuenta que en el futuro llegarán muchas más, pero encadenar dos tropiezos de manera consecutiva supondría una llamada de atención que hay que tratar de evitar a toda costa para que no se comience a desatar el habitual nerviosismo que rodea a este club cuando las cosas vienen mal dadas.
Para la enfermedad deportiva no hay mejor reconstituyente que la victoria y esa senda tan bien conocida es la que tratará de retomar el equipo de Natxo González esta tarde ante la Real Sociedad B. Tras once nefastos minutos en Ipurua que propiciaron el primer tropiezo del curso, el equipo vitoriano pretende recuperar su consabida senda de seriedad para hacer frente a un filial txuri urdin de sobrada calidad que tratará de dar la campanada y exhibir su talento en un estadio como Mendizorroza.
El primer paso que tiene que dar el Alavés para recobrar la senda de la normalidad es recuperar la seriedad que durante poco más de diez minutos perdió en Eibar con funestas consecuencias. En lo poco que va de temporada, este equipo ha tenido sus buenos y malos momentos de juego, pero la concentración y la seguridad han sido dos virtudes prácticamente perennes que cuando se han perdido han causado un estropicio grave. Tiene que servir esa derrota como experiencia, sobre todo desde el punto de vista del desmoronamiento que sufrieron los albiazules al encajar el primer gol en contra de la temporada, actitud incomprensible e imperdonable para un conjunto con las aspiraciones del vitoriano.
Y es que, más que la derrota lo que dolió en Ipurua fueron las formas. Ese venirse abajo cual castillo de naipes a base de graves errores de concentración es algo ciertamente difícil de explicar y habrá que ver en el futuro cómo se maneja este Alavés en situaciones semejantes, que no hay duda que se van a producir pronto o tarde.
notables variaciones Además de la derrota, de Eibar se trajo el equipo vitoriano la primera expulsión de la temporada, la de su guardameta Miguel. Dicha roja devolverá al primer plano a Urtzi Iturrioz, que buscará sacarse la mala espina que le dejó su estreno como alavesista con su fallo monumental ante el Atlético Sanluqueño. El compromiso de esta tarde también puede servir para que un jugador llamado a ser el referente en la defensa, Agustín, se estrene después de haber superado su lesión de rodilla. En el centro del campo, la gran novedad puede ser la apuesta por un doble pivote de corte físico con la pareja formada por Jaume y Beobide, los habituales para los compromisos a domicilio. Por último, en la punta de ataque puede producirse el regreso de Borja Viguera después de que el riojano haya estado dos partidos en el banquillo.