Los días corren en el calendario hacia el final de agosto y con menos de un mes por delante para un nuevo arranque de la temporada futbolística todos aquellos jugadores que se encontraban sin equipo se afanan en buscar un nuevo destino que les permita seguir viviendo de este deporte que, como todo el país, pasa por un momento económico complicado pero que sigue permitiendo a sus afortunados protagonistas vivir con algo más de desahogo que el resto de los mortales. También es el caso de los futbolistas y técnicos que la pasada temporada militaron en la disciplina del Deportivo Alavés y que fueron barridos del futuro del club en una decisión con escasos precedentes en el fútbol profesional y de la que solo se salvaron un par de jugadores, a la espera de que se resuelva la salida de Casares.

Como en botica, hay de todo entre las muchas personas que la pasada campaña compartieron el vestuario de Ibaia. Los menos, por culpa de un ejercicio nefasto, han conseguido encontrar un destino que les ofrece un futuro más halagüeño. Una buena parte ha optado por acercarse a su zona de origen buscando exprimir las ganancias al máximo al estar en casa. Hay quien incluso ha elegido destinos exóticos. Y, por desgracia para sus intereses, hay unos cuantos que siguen en sus respectivos domicilios esperando esa llamada que les permita seguir viviendo del fútbol.

El gran salto lo ha dado el que la pasada campaña fue el jugador más destacado del conjunto vitoriano, Alex Quintanilla. El bilbaíno fue uno de los grandes descubrimientos futbolísticos del pasado curso y tras frustrarse su continuidad en Vitoria ha pasado a engrosar las filas del Valencia. En un principio militará en su filial en Segunda B, el Mestalla, pero de momento el vizcaíno se ejercita con el primer equipo y Mauricio Pellegrino trabaja con él en la concentración de Alemania, donde ha tomado parte en los amistosos contra el Eintracht Braunschweig, en el que fue titular, y ante el Rodinghausen y el Arminia Bielefeld, en los que fue suplente. Quintanilla ha firmado para las tres próximas campañas con el conjunto che.

Más llamativo ha resultado el ascenso de categoría de Gorka Azkorra, aunque no lo es tanto viendo que en el banquillo del Guadalajara se sienta con técnico como Carlos Terrazas que conoce a las mil maravillas al punta bilbaíno. El paso del delantero por la disciplina alavesista defraudó profundamente, pero la presencia de Terrazas en el club alcarreño le ha permitido regresar a Segunda División tras dos años en la categoría de bronce.

Eso sí, la mayoría de los exalbiazules que han encontrado nuevo destino lo han hecho en la Segunda B y, varios de ellos, en equipos cercano a sus localidades de origen. Así, el guardameta Alex Sánchez se ha enrolado en las filas del Badalona; Marc Fachan ha regresado a Francia para jugar en el USJA Carquefou; David Rangel vuelve a tierras valencianas para engrosar las filas del Ontinyent, en el que ya militó en las campañas 2008-09 y 2009-10; mientras que Geni, tras un largo periplo por todo el país y después de tres temporadas en Vitoria, regresa a casa tras firmar por dos temporadas, con opción a una tercera, con el Avilés. También cerca de casa se encuentra Kike Tortosa, que ha recalado en el Alcoyano.

Como nómadas del fútbol seguirán viviendo Jito, Lázaro y Gallardo. El delantero seguirá asentado en Vitoria pero el año que viene vestirá la camiseta del Eibar; el centrocampista navarro engrosará las filas del Salamanca; mientras que el defensa sevillano, tras un año en blanco como albiazul, se reencontrará con su buen amigo Alex Sánchez en el Badalona. Por su parte, otros futbolistas descartados en Vitoria buscan dar un nuevo salto de calidad a sus respectivas carreras. Carlos Indiano tratará de hacerlo en la disciplina del Cádiz, mientras que Alex Vallejo busca de hacerse un hueco en el filial del Mallorca. Otro canterano que no entraba en los planes de futuro, el guardameta Javi Montoya, buscará seguir progresando en el Barakaldo. El que fuera segundo entrenador, Iñaki Ocenda, ha encontrado acomodo en una casa ya conocida para él como es el Aurrera, mientras que el preparador de porteros, Javi Barbero, regresa al Mirandés tras solo un año como técnico albiazul. A su club de origen, el Cesena, ha regresado también César Meza Colli tras medio año de cesión en el Alavés.

Más largo ha sido el viaje para Rubén Palazuelos quien, tras cinco meses en Vitoria después de un largo periplo en Escocia, ha dado el salto al fútbol búlgaro para militar, durante las próximas tres campañas, en un histórico del fútbol de ese país como es el Botev Plovdiv. Pero para exótico, el destino del anterior preparador físico, Gonzalo Abando, todo un nómada del fútbol que se marcha hasta Bolivia para ponerse a las órdenes de Miguel Ángel Portugal en el Bolívar.

A la expectativa Todos los anteriores se han asegurado ya el futuro, pero hay unos cuantos que siguen esperando para estampar su firma en un nuevo contrato que les permita alargar sus respectivas carreras. El caso más traumático tiene a Luis Prieto como protagonista, ya que el futbolista de Dima podría haber disputado con el Alavés su última campaña como profesional. Todavía en busca de acomodo siguen los Javi Rubio, Dani López, Jon Moya -le quiere la S.D. Logroñes- o Aridane, quienes esperan encontrar más pronto que tarde un hueco en la Segunda B. Más parece que tendrán que esperar las que fueron las dos cabezas visibles del último proyecto albiazul, ya que tanto el director deportivo, Dani Barroso, como el entrenador, José Carlos Granero, se hallan en este instante sin equipo. El primero, de regreso a Alicante, vio esfumarse la posibilidad de acceder a los despachos del Hércules. Por su parte, tras rechazar durante su estancia en Vitoria propuestas del Cartagena y Alcoyano, el técnico aguardará la caída de algún compañero de profesión para retomar su carrera en el banquillo.