Vitoria. Los meses de verano acostumbran a ser intensos para los profesionales del fútbol pese a que suelen estar exentos de competición oficial. Sin embargo, la actividad frenética se traslada del césped a los despachos y es ahí donde se toman las decisiones que marcarán su futuro a corto y medio plazo. Sin embargo, el Deportivo Alavés está protagonizando este año un caso singular al no cumplir en absoluto esta norma no escrita.

Porque a pesar de que han transcurrido ya tres semanas desde que el conjunto albiazul puso el triste punto final a su temporada, nada se ha movido en la entidad del Paseo de Cervantes. Ni una sola operación se ha cerrado de cara al próximo ejercicio. Ni por lo que respecta a la plantilla ni tan siquiera en lo concerniente al cuerpo técnico.

La lógica consecuencia de ello, es que se está produciendo una tensa espera que afecta tanto a los protagonistas en primera persona como a los propios aficionados albiazules, que continúan manteniendo todos los interrogantes respecto a la cara que tendrá su equipo a partir del próximo mes de agosto. La ausencia de decisiones sobre el nuevo Alavés empieza a tornarse demasiado larga y quien más quien menos ansía que se produzca ya el primer movimiento que active el dominó de piezas que irán cayendo una tras otra.

En pura lógica, esta operación inicial debería ser la decisión sobre quién se sentará en el banquillo y quién ejercerá de director deportivo. Por ahora, ni José Carlos Granero ni, en menor medida todavía, Dani Barroso, tienen asegurada su continuidad aunque a día de hoy son los que disponen de más opciones para desempeñar de nuevo esas responsabilidades.

El club, en cualquier caso, se está tomando su tiempo para tomar la decisión definitiva. El objetivo de esta calma es tratar de minimizar al máximo los errores y evitar caer en la precipitación pero, en el otro lado de la balanza, también está provocando otros efectos secundarios no tan deseados.

Y es que tantos días de silencio están comenzando a pesar como una losa y los nervios empiezan a hacer acto de presencia. En especial, entre aquellos que desconocen si entran o no en los planes de futuro de la entidad albiazul y que no han recibido comunicación alguna desde las oficinas del Paseo de Cervantes. Algo similar a lo que sucede con los aficionados, que están ávidos de noticias para renovar su fidelidad al club.