Vitoria. La esperanza es lo único que se pierde. La calculadora vitoriana ofrece resultado positivo solo con una cuenta, la que conoce a la perfección cualquier aficionado de a pie. Victoria propia más derrota del Amorebieta es igual a la cuarta plaza. Complicado. Muchísimo. Tanto que los precedentes de las últimas diez temporadas en Segunda B solo ofrecen un clavo ardiendo al que aferrarse. En el vestuario alavesista ha de calar el espíritu del Atlético Gramenet, que en la temporada 2002-03 fue capaz de enjugar tres puntos de desventaja en la última jornada para, carambola de resultados y triple empate incluido, acceder al play off de ascenso a Segunda.

Vueltas a la tortilla en la última jornada se han producido unas cuantas a lo largo de la última década. Incluso el propio Glorioso fue el protagonista desgraciado de una de ellas, cuando el Pontevedra se impuso en el partido final en Mendizorroza para enjugar la diferencia de dos puntos que les separaban de los albiazules y acabar entrando en la promoción con un punto de ventaja sobre un Alavés al que se le vino el mundo encima y que empezó a probar la hiel de la categoría.

Pese a la dificultad que supone remontar en la última jornada y la complicación todavía mayor de solventar una diferencia contraria de tres puntos, de conseguir semejante hazaña no sería el equipo de José Carlos Granero el primer héroe de la historia en la categoría de bronce. Y es que ahí sigue latente el ejemplo del Gramenet en la temporada 2002-03, cuando la última jornada del Grupo III propició uno de los mayores vuelcos históricos que se recuerdan.

El conjunto catalán se presentaba en la sexta posición con 54 puntos, igualado con el quinto (Lleida) y con el séptimo (Alicante). Dos puntos por delante, en la cuarta posición, marchaba el Burgos, mientras que con tres de renta y en la tercera plaza estaba el Valencia B. Pues bien, la combinación de todos los resultados propició un cambio radical que acabó dando el play off al Gramenet.

La victoria del Burgos ante el Hospitalet aseguraba plaza de promoción a los castellanos, pero los catalanes se impusieron en su duelo directo con el Valencia B a domicilio y se aprovecharon a la perfección de la derrota del Lleida en Reus y del triunfo del Alicante en Orihuela. La calculadora echaba humo con el múltiple empate que acabó dándose.

En la lucha por el último puesto de play off igualaban Valencia B, Alicante y Gramenet. Precisamente la derrota del Lleida fue la que permitió a los catalanes salir victoriosos de ese triple empate que con los ilerdenses de por medio hubiese quedado roto. Los diez puntos en los duelos directos entre Gramenet, Valencia B y Alicante dieron el pase a la fase de ascenso a los primeros.

Tan complicado como ellos para clasificarse lo tiene ahora un Alavés que no necesita una carambola como la de entonces, pero que tiene que sacar adelante su partido en Torrelavega y esperar la derrota del Amorebieta ante el vecino Lemona para que el ejemplo del Gramenet no siga siendo el único de semejante hazaña en los libros de historia de la Segunda División B.