Vitoria. El 17 de abril de 2012, el pasado martes, será una fecha que permanecerá en la memoria de muchos aficionados del Deportivo Alavés como uno de los días importantes en la nonagenaria historia del club del Paseo de Cervantes. Esa jornada por fin vio la luz la sentencia sobre el concurso de acreedores albiazul otorgándole la calificación de culpable y condenando por lo tanto al consejo de administración que integraban Dmitry Piterman, su esposa Milanendra Vikramsingh y Pepe Nereo a abonar una indemnización de casi 6,9 millones de euros (exactamente 6.890.191,67). Una decisión esperada durante mucho tiempo por todos los afectados de una u otra manera por los desmanes cometidos por el ucraniano durante su negro trienio presidencial pero que, desgraciadamente, tendrá muy poco recorrido más allá del reconocimiento efectivo de una gestión absolutamente irregular y el expolio llevado a cabo en la entidad de Mendizorroza.
Sin embargo, a estas alturas de la película, resulta prácticamente imposible que la sentencia dictada por el juzgado de lo Mercantil número 1 de Vitoria pueda ser ejecutada en todos sus extremos para que los responsables paguen por los desmanes cometidos. El tiempo transcurrido y la habilidad de los antiguos responsables del club para aprovechar al máximo todos los vericuetos legales para protegerse conducirán, salvo milagro más que improbable, a que queden impunes. Se trata, por lo tanto, del punto final a un largo camino, plagado de obstáculos y dificultades pero cuyo desenlace no será el deseado por todos. Muy al contrario, pasará a la historia casi con total seguridad como un maratón estéril.
En cualquier caso, a lo largo de los cinco años que han transcurrido desde que Piterman abandonó Vitoria -e incluso antes durante el tiempo que llevó las riendas del club- muchos y variados han sido los elementos que, por acción u omisión, han contribuido a que en estos momentos tengamos delante el escenario actual.
Comenzado por el principio, que es donde en la mayoría de las oportunidades suele gestarse el final de las historias, resulta obligado recordar el proceso de venta del paquete accionarial que controlaba Gonzalo Antón. Después de haber llevado al conjunto albiazul a los mayores éxitos de su historia -conduciéndole de Tercera División a la final de la UEFA-, el descenso a Segunda y la apertura de nuevos horizontes empresariales le llevaron a poner en el mercado sus títulos. Ante el fracaso de un intento de socialización del club, el mirandés optó por aceptar la oferta de un tiburón que ya había dejado sobradas muestras de sus intenciones en Santander.
A partir de ahí, en el verano de 2004, comenzó el reinado de Piterman. Los comienzos no fueron ni mucho menos difíciles y el ucraniano compró el cariño de casi todos vendiendo un proyecto ambicioso y con fichajes de campanillas para intentar el asalto a la Liga de las estrellas. Las cada vez más frecuentes salidas de tono que protagonizaba, se tomaban en la mayoría de los casos como excentricidades propias del personaje sin mayor trascendencia. Así, llegó el ansiado ascenso pero también se incrementó exponencialmente el ritmo de sus enfrentamientos ampliándose la lista de los que reclamaban su salida del Alavés.
Traspaso con dudas Sin embargo, aquellos que más posibilidades tenían de forzar su marcha, las instituciones y organismos oficiales, continuaban contemplando impasibles sus actuaciones. De esta manera, los ejecutivos municipal y provincial de los populares Alfonso Alonso y Ramón Rabanera no hicieron nada para evitar que las deudas, en especial con la Hacienda foral, se disparasen casi hasta el infinito.
Al final, y gracias fundamentalmente a la movilización social masiva que logró crear una situación insostenible, en 2007 el Alavés logró librarse de su opresor aunque, eso sí, herido de muerte en todos sus órganos vitales. Fernando Ortiz de Zárate le tomó el relevo en la presidencia y sobre el pacto que permitió ese cambio siempre sobrevoló la sombra de la sospecha. En teoría, el empresario vitoriano -actual directivo del club en el equipo que lidera Josean Querejeta- pagó tres millones de euros a Piterman por su paquete accionarial (el 51% del total) y tomó el control de un club que ya estaba inmerso en la Ley Concursal tras haberlo solicitado el abogado del ucraniano, Javier Tebas, días antes del traspaso de poderes. Pese a las insistentes solicitudes que recibió al respecto durante su mandato, Zárate nunca ofreció ninguna garantía de haber efectuado ese pago ni fue capaz de echar por tierra las informaciones que hablaban de otros términos bien diferentes en el pacto: Piterman cedía sus acciones gratis y se marchaba a cambio de que la nueva directiva no le persiguiese.
Fuese cual fuese el acuerdo, lo cierto es que el nuevo presidente no emprendió acción legal alguna contras su predecesor mientras éste se refugiaba en los inalcanzables Estados Unidos y sólo el constante y laborioso trabajo de los administradores concursales ofrecía alguna esperanza de poder recuperar algo de lo expoliado. Tanto en lo deportivo, con un nuevo descenso a Segunda B, como en lo económico, sin apoyos institucionales, la situación se fue deteriorando y Zárate, sin capacidad de aumentar su inversión, cedió el sillón a la familia Ruiz de Gauna en otro traspaso de poderes que rozó lo estrambótico.
Con el inicio de su gestión, en 2010, el propietario del Grupo Bidasoa inicia, por fin, los trámites para abrir la vía penal contra Piterman a través de una querella criminal. Sin embargo, la ruptura abrupta con el equipo de abogados de Javier Martínez de San Vicente provocó que esta demanda se olvidara en la maraña de los juzgados sin que sus sucesores en la asesoría legal de los Ruiz de Gauna -Cecilia Maysounave- ni el equipo de Josean Querejeta la hayan reactivado hasta el momento. Así, la que se antoja única vía posible para poder meter mano a Piterman languideció mientras el ucraniano se afanaba en deshacerse de todos sus bienes en España y aprovecharse de la protección legal que le ofrece su condición de estadounidense.
La asfixia total del club, mientras tanto, estuvo a punto de llevarlo hasta la muerte. Tras meses y meses de durísimas negociaciones, finalmente un pacto institucional entre Diputación, Ayuntamiento y Gobierno Vasco que garantiza un apoyo económico sin precedentes durante cinco años hizo que el grupo liderado por Josean Querejeta -al que acompañan, entre otros, Fernando Ortiz de Zárate y su padre- se decidiera a ponerse al timón del Alavés.
Desde entonces, sus esfuerzos se han centrado en reconducir la más que delicada cituación deportiva y económica del club pero desde el principio han dejado claro que será practicamente "imposible" recuperar algo del dinero que Piterman expolió. Por eso, la sentencia que le condena a pagar 6.9 millones de euros al Glorioso es una buena noticia, pero sólo en la teoría.