Vitoria. Aferrarse al calendario y a la concatenación de unos cuantos milagros. No le queda otra a un Alavés para el que casi todo se ha puesto cuesta arriba. La derrota en Logroño y el ensanchamiento hasta los seis puntos de la desventaja con los puestos de play off han supuesto la definitiva pérdida de la poca esperanza que en entorno del club tenía depositada en este equipo. Y lo peor es que no es tanto por la fortaleza de los rivales como por culpa de la debilidad mostrada por el propio conjunto vitoriano. Pese a ello, mientras que las matemáticas digan lo contrario el equipo de Carlos Granero siempre tendrá alguna oportunidad de colarse entre los cuatro primeros.
El calendario es el principal sostén de este equipo. En las dos próximas semanas todo puede volver a cambiar de manera radical una vez se completen dos jornadas que son claramente favorables, a priori eso sí, a los intereses alavesistas. Los enfrentamientos con dos equipos desahuciados como Lemona y Burgos tienen que ser sinónimo de seis puntos. Sí o sí. No caben términos medios ni excusas. Si el conjunto vitoriano no es capaz de imponerse a dos de los peores equipos quedará claro que no será merecedor siquiera de aspirar a estirar su temporada.
Con los deberes propios hechos, cuestión ineludible, llegará el momento de echar un vistazo a los resultados de los rivales. Complicado lo tiene el Amorebieta con una doble salida a Eibar y Palencia. El cuadro de Axier Intxaurraga se ha mostrado muy endeble como visitante en sus últimos compromisos y en Vitoria se espera que no sea capaz de sumar casi nada.
El último en llegar a la pelea, el Guijuelo, afronta un doble compromiso con miga. Esta tarde recibe al Bilbao Athletic y la próxima semana visita al Logroñés. Dos duelos de cierta exigencia en los que también se prevé que los salmantinos puedan cometer algún error.
El objetivo alavesista pasa por cerrar estas dos jornadas con la clasificación mucho más apretada. Cuentas de la lechera son, pero es a lo único que puede agarrarse este equipo. Sacar sus seis puntos y esperar a que sus dos oponentes, sobre todo el Amorebieta, no consigan ganar ninguno de sus dos próximos compromisos.
Si se consigue este objetivo, quedaría todo a expensas de un último mes de competición en el que el factor psicológico se convertiría en la clave principal, más allá de estados físicos y razones futbolísticas. Pretende el Alavés dar un aldabonazo llegando desde abajo, aunque su calendario final sea, de nuevo a priori, el más desfavorable de entre los tres implicados en la pelea por la cuarta plaza.
El cuadro albiazul recibirá al Salamanca, viajará a Ponferrada, se enfrentará en Vitoria al Mirandés y cerrara el curso regular en Torrelavega. Rivales todos ellos de entidad, queda claro, pero en Vitoria se espera que hasta tres de ellos -el Mirandés puede tener asegurado el liderato- no se jueguen absolutamente nada.
El mes final del Amorebieta estará marcado por los derbis vizcaínos. Se trata de un arma de doble filo, pues si bien Sestao, Athletic y, en menor grado, Lemona son rivales que fácilmente se atragantan, en el seno alavesista existe cierto miedo a los posibles favores entre vecinos. El otro rival de los azules en ese tramo final será el Logroñés, sin nada en juego.
Por su parte, es el Guijuelo el que parece tener un tramo final de competición más asequible. Se enfrentará primeros a dos equipos que previsiblemente estén ya descendidos como Lemona y Burgos para afrontar luego el derbi charro contra el Salamanca y cerrar el curso ante una Ponferradina que puede alcanzar la última jornada sin nada en juego y centrada en el play off.