Vitoria. Máximo riesgo. En demasiadas ocasiones se han utilizado ya estas dos palabras a lo largo de la presente temporada, pero las luces rojas cogieron ayer especial intensidad con el golpe sobre la mesa que dio el Amorebieta con su cómoda victoria ante la Gimnástica Segoviana. La brecha con respecto al cuarto puesto se abre en estos momentos hasta los seis puntos y el Deportivo Alavés tiene que suturar esa herida esta misma tarde si quiere mantener vivas sus aspiraciones de disputar el play off de ascenso. Todo lo que no sea ganar en Las Gaunas dejaría al equipo de José Carlos Granero en manos de un auténtico milagro por mucho que al conjunto vizcaíno le quede por delante un calendario bastante complicado, sobre todo a domicilio. Ganar, ganar y ganar. No hay otro posible verbo para este club, que de volver a fallar esta tarde podría verse condenado a un final de campaña tan prematuro como triste.

El estado de máxima necesidad se ha convertido en una cuestión perenne en este equipo y poco cambia el guión previo al partido con respecto al que se escribió en compromisos precedentes. La tesitura es clara cuando no se han hecho los deberes y la fecha definitiva en el calendario se va acercando a pasos agigantados. Todo lo que no sea ganar se convierte en una enorme oportunidad perdida. Y no son pocas las que se han dejado pasar a lo largo del presente curso. Lo que pasa es que ahora un nuevo tropiezo puede suponer la muerte en vida para los vitorianos, que se quedarían enormemente alejados de esa cuarta posición a la que llevan tanto tiempo opositando.

Por esa misma razón no puede permitirse el cuadro alavesista un nuevo tropiezo esta tarde en un compromiso ciertamente complicado. Se han desaprovechado muchas ocasiones de ganar a rivales ciertamente accesibles y ahora hay que meterse en la cueva de un auténtico lobo para cazar tres puntos fundamentales para la supervivencia de un objetivo que se complica a pasos agigantados.

Llega el equipo vitoriano a Las Gaunas con ciertos problemas por culpa de la catarata de dolencias que lleva sufriendo la plantilla desde el inicio del curso y que últimamente se han visto incluso incrementadas. Cuando no es un problema muscular es una enfermedad común. O un golpe. O, incluso, alguna lesión de relevante gravedad. Tampoco en esto ha habido excesiva fortuna a lo largo de todo el año y la factura, en forma de sobreesfuerzos, se acaba pagando.

En este caso la relevancia del principal damnificado es tan importante que su sola ausencia puede determinar un resultado. No escapa a nadie que Sendoa es pieza fundamental e insustituible. Pues bien, un proceso de amigdalitis ha dejado fuera de combate al vizcaíno -que encima lleva semanas con cuatro tarjetas amarillas y no ha tenido oportunidad de limpiarlas-, una preocupación menos para un Logroñés que ve cómo el Alavés pierde a su hombre más desequilibrante. Eso sí, la de Sendoa no es la única ausencia destacada, ya que Palazuelos sigue arrastrando molestias en el tobillo y se quedó fuera de la lista de dieciséis al igual que Gallardo y Luis Prieto, quienes todavía no se encuentran en plenitud física, y los lesionados Fachan y Kike Tortosa.

un potente rival Con estas ausencias, varias de ellas de jugadores llamados a ser figuras principales cuando comenzó a confeccionarse el equipo y cuando se retocó en el mercado invernal, Granero se ve obligado a mover el árbol otra vez en busca de soluciones. Tampoco es que sea novedad, ya que lo lleva haciendo desde su llegada. En la línea defensiva la única duda es si será Jon Moya o Aridane el acompañante de Quintanilla, mientras que a la banda izquierda regresará Dani López por la obligación de adelantar a Salcedo para cubrir la ausencia de Sendoa. Indiano y Javi Rubio volverán a formar en el centro del campo y la vanguardia la completarán Meza Colli y la pareja arriba formada por Javi Casares y Azkorra que tan bien se está entendiendo últimamente.

Con estas armas tendrá que enfrentarse el cuadro albiazul a un Logroñés que tan pronto da la de cal como protagoniza la de arena. No parece tener término medio el cuadro riojano, confeccionado para luchar por el ascenso y peleando ahora por no caer en puestos de peligro. No aspiran ya a otra cosa los pupilos de Pepe Calvo que a salvarse sin pasar muchos más apuros y para ello se han marcado el partido de esta tarde como el choque clave para lograr los puntos que les aseguren la calma. Aquí no cabe fiarse de la clasificación, ya que no es talento lo que le falta a este Logroñés, un equipo con mimbres de sobra para estar arriba pero al que un inicio de curso paupérrimo le ha obligado a variar sus objetivos para sobrevivir en la categoría.