vitoria. Tradicionalmente, el mapa futbolístico de la Segunda División B trazaba una clara frontera entre dos modelos bien diferenciados. Por un lado estaban los equipos del sur y el levante en los que se manejaban presupuestos muy elevados que permitían realizar ofertas prácticamente irrechazables a los futbolistas más codiciados pero que, en el otro lado de la balanza, protagonizaban con asiduidad episodios de impagos y, a la hora de la verdad, muy raramente terminaban abonando lo que figuraba en los contratos. Por otro, aparecían los clubes del norte, especialmente vascos, con mucho menor poder adquisitivo sobre el papel pero sensiblemente más cumplidores en el momento de los pagos.
Pues bien, la crisis parece haber conseguido también que estas diferencias se difuminen cada vez más y los problemas económicos graves han hecho acto de presencia también entre las escuadras vascas. El caso más destacado por ahora es el Lemona, en el que los trabajadores no han cobrado ni una sola nómina desde el comienzo de la temporada y que arrastra una importante deuda como consecuencia de los créditos solicitados con anterioridad.
Pero no es, ni mucho menos, el único ejemplo de club con problemas dentro del Grupo II. De esta manera, la Cultural Leonesa ya perdió la categoría el pasado verano por este motivo y entidades como el Palencia, el Salamanca, el Zamora o el Burgos tienen todas las alarmas encendidas en el presente ejercicio.
Pese a esta situación dramática, la Federación Española no se plantea por el momento un cambio en el modelo de competición. "El esquema de la categoría se debatió en profundidad y durante mucho tiempo el pasado verano y se llegó a la conclusión por todas las partes de que era el mejor posible en estos momentos. En mi opinión no es un sistema malo. Lleva funcionando así treinta y tantos años y algo que dura tanto no puede ser tan malo", alega Marcelino Maté, máximo responsable federativo de la categoría.
En su opinión, la teoría de la evolución de Darwin será la que imponga su ley. "Mientras la situación general no cambie y la gente no tenga dinero para hacerse socios, las instituciones no puedan pagar sus subvenciones ni las empresas patrocinar, tendrán que ser los más fuertes los que puedan sobrevivir", destaca.