Vitoria. Como cada quince días al Deportivo Alavés le toca reencontrarse con su identidad, demostrar de nuevo lo que quiere llegar a ser. Las semanas de alegrías y las de lamentaciones se suceden alternativamente de manera regular desde la llegada al banquillo de José Carlos Granero. Si a los antecedentes hay que remitirse, y si el cuadro albiazul militara en la categoría que se merece, el uno sería el signo fijo e inamovible en la quiniela. Pero para ese reencuentro con la victoria va a hacer falta algo más que echar mano de los resultados recientes. El Glorioso tiene que recuperar su mejor versión para apartar de su camino a todo un rival directo como el Real Unión, un equipo que tampoco vive los mejores días de su historia. Intentando reverdecer no muy viejos laureles anda el cuadro fronterizo, que la pasada temporada caminó siempre sobre el filo de la navaja sin llegar a producirse el corte que tan seriamente le amenaza en el presente curso, en el que tampoco ha sido capaz de forjarse una identidad permanente e invariable.
La duda que el aficionado albiazul tendrá minutos antes del arranque del partido será la misma de casi siempre. "¿Qué Alavés veremos hoy?". Como si se tratara de un auténtico cara o cruz, este equipo se ha consagrado como el más regular en la irregularidad. Casi nunca se sabe por dónde va a salir y tan pronto puede sacarse un conejo de la chistera mediante una genialidad o bordear el esperpento al fallarle el truco.
Ya va siendo hora de que el Alavés destierre esas dudas que una semana extermina para que vuelvan a brotar apenas siete días después. La imagen mostrada ante Osasuna se ha convertido en el raíl de referencia sobre el que este equipo tiene que deslizarse hacia el play off y todo lo que sea abandonar esa vía rápida conduce a un camino de incierta salida.
En demasiadas ocasiones se ha podido comprobar ya que en esta categoría el talento es importante pero no definitivo. En el concepto de calidad, pocos serán los rivales que puedan poner sobre la balanza la clase que atesora este Alavés, pero no solo de eso se vive en el fútbol. Esfuerzo, compromiso, solidaridad... Las virtudes que tiene que tener un equipo para poder considerarse tal son innumerables y en este Alavés tan pronto aparecen como desaparecen.
duelo definitivo En esas anda el equipo de Granero, al que pese a todo se le aprecian evidentes síntomas de mejora con el paso de los meses. Uno de ellos, quizá el más importante, sea la conversión del Alavés en un conjunto sólido y ciertamente difícil de abordar. Es verdad que le cuesta bastante ganar, y ahí está su reinado en el mundo del empate, pero no es menor cierto que batirle se hace extremadamente complicado para sus rivales. Y como muestra un único botón, el triunfo de la Ponferradina en su visita a Mendizorroza.
Ha conseguido el preparador valenciano conformar un bloque granítico a través de una evidente mejoría defensiva. Llegada la hora de la verdad, esa cualidad de no perder puede resultar muy importante. Al ascenso puede llegarse, en el peor de los casos, sin necesidad de ganar un solo partido. Pero para estar compitiendo en mayo y junio hay que hacer los deberes antes, concretamente en el tramo de temporada en el que el equipo se encuentra en estos momentos.
Para alcanzar ese objetivo prioritario de conquistar una de las cuatro primeras plazas al final del curso, el Alavés tiene la obligación de ir quitándose oponentes de delante. La de esta tarde es una oportunidad de oro porque tiene la opción de dejar prácticamente desahuciado a un contrincante como el Real Unión que comenzó la campaña como favorito para estar ahora descabalgado tras pasar por una extraña montaña rusa de resultados.
El equipo dirigido por Roberto Olabe arrancó el año con problemas, tuvo una impresionante subida y ahora se encuentra prácticamente en caída libre. Los problemas con las lesiones, con una plaga de difícil parangón, le están pasando una factura que puede acabar siendo demasiado cara.
De ello tiene que sacar partido un Alavés en el que no se prevén enormes variaciones con respecto a los últimos partidos. Quizá algún relevo en zona de vanguardia para contar con más chispa y velocidad, pero Granero parece decidido a apostar por el mismo bloque en la lucha por recuperar la identidad extraviada.