Vitoria. Una de las noticias más esperadas para el Deportivo Alavés está a punto de convertirse en realidad. Poco más de cuatro meses después de someterse a una complicada intervención quirúrgica y cinco después de caer lesionado de gravedad, Pablo Gallardo está dando los últimos pasos adelante en una recuperación que ya está prácticamente completada. La lesión de cadera que le ha tenido más de media temporada en el dique seco es prácticamente cosa del pasado y al central sevillano solo le falta ahora adquirir el ritmo de competición después de tantos meses sin vestirse de corto. Lo más duro ya ha pasado. Las molestias han quedado casi definitivamente atrás. Solo queda la puesta a punta de la maquinaria para que el defensa andaluz vuelva a sentirse futbolista después de tanto tiempo alejado de los terrenos de juego por culpa de esa desafortunada lesión que sufrió durante un amistoso de pretemporada.
Ya ha pasado un mes desde que Gallardo comenzó a trabajar con el resto del grupo. Primero a un ritmo pausado y desde el arranque del año al mismo ritmo que sus compañeros. El sevillano se había marcado el mes de enero como su particular prueba de fuego para culminar la puesta a punto y sus particulares plazos se están cumpliendo. Al principio, como no podía ser de otra manera, las molestias en la cadera le recordaban la gravedad de su lesión, pero con el paso de las horas y de las sesiones de trabajo esos dolores se han ido mitigando. Donde al principio existían dudas -el jugador evitaba conscientemente algunos movimientos-, ahora hay seguridad. Y eso a pesar de algunos pequeños sustos, como el que vivió en el entrenamiento de ayer al sufrir un golpe en la zona dañada que le obligó a parar durante unos instantes. Chapa y pintura y vuelta a correr en el entrenamiento para continuar con la definitiva puesta a punto.
Encara el andaluz el tramo final de este largo túnel que le ha tocado atravesar y ahora el trabajo se centra en coger el tono físico y recuperar el ritmo competitivo para poder sumarse al equipo de forma efectiva, es decir, para comenzar a jugar minutos. No es el mismo nivel de exigencia el de los entrenamientos que el de los partidos oficiales y el trabajo se centra ahora en conseguir ese punto de forma que le permita primero entrar en una convocatoria y después debutar, por fin, con la camiseta alavesista.
Con todo el trabajo que ya lleva acumulado, Gallardo considera que en un par de semanas -aproximadamente de cara al choque contra la Arandina o el siguiente ante el Guijuelo- más podría alcanzar ese nivel óptimo que persigue para poder competir con sus compañeros por un sitio en el equipo.
Eso sí, es consiente el central sevillano que no lo va a tener fácil para desbancar a sus acompañantes en el eje de la zaga, seguramente la que está siendo la línea más sólida del equipo a lo largo de los últimos meses. Quintanilla y Luis Prieto se han erigido como titulares casi inamovibles y los relevos de Jon Moya han sido brillantes, así que para Gallardo la entrada en el equipo no va a resultar para nada sencilla. En su beneficio, el hecho de que se le considere un jugador importante llamado a ser una referencia en dicha demarcación, aunque necesitará tiempo para demostrarlo.