Vitoria. Durante la primera vuelta de la temporada, el Deportivo Alavés había firmado una trayectoria irregular, plagada de dientes de sierra, en la que alternó actuaciones acordes a lo que se esperaba de él con otras que únicamente pueden recibir el calificativo de decepcionantes. Sin embargo, algo se mantuvo prácticamente inalterable durante esas diecinueve comparecencias ligueras. Y es que el plantel albiazul era un combinado tremendamente previsible que apenas presentaba variaciones en su estilo de juego. Aunque se produjeran cambios en la identidad de los jugadores que estaban sobre el terreno de juego, el fútbol que planteaba el equipo se mantenía inmutable y aunque las circunstancias exigiesen un cambio de rumbo drástico éste raramente se llevaba a cabo.
Sin embargo, el inicio de la segunda mitad de la temporada -el pasado domingo frente a Osasuna B en Mendizorroza- trajo consigo un giro inesperado de los acontecimientos. Después de haber estado ensayando durante toda la semana diferentes novedades -con toque de atención público para sus discípulos dos días antes del partido incluido-, José Carlos Granero presentó en sociedad una nueva versión del Deportivo Alavés. Una cara B del Glorioso desconocida hasta entonces que, a tenor de los resultados, no será ni mucho menos la última vez que salga a la luz.
Y es que el duelo frente al filial navarro ofreció un gran rendimiento para la escuadra albiazul. No solamente porque pudo reencontrarse con la victoria como local después del tropiezo de siete días antes y sumar tres puntos vitales para continuar peleando por regresar cuanto antes a la zona de play off. Al margen de eso, que ya de por sí hubiera significado un premio más que importante, permitió oberservar un nuevo perfil del equipo y abrir un abanico de posibilidades desconocido hasta entonces y que sin duda provocará que a sus próximos adversarios les asalten las dudas sobre qué Alavés se van a encontrar enfrente.
Toda esta metamorfosis se gestó, principalmente, como consecuencia de una variación táctica no demasiado importante a priori. Javi Casares abandonó su habitual ubicación en la banda -su hueco lo cubrió Sendoa dejando para Asier Salcedo la banda izquierda- para actuar como segundo delantero por detrás de Geni con prácticamente total libertad de movimientos. Pues bien, gracias a esta novedad el equipo ganó en profundidad y fue capaz de generar mucho más peligro del habitual sobre la portería contraria. Y, sobre todo, se convirtió en muchísimo menos previsible de lo habitual, complicando sobremanera el trabajo defensivo de su oponente.
Nuevas opciones Para poder llevar a cabo esta innovación ha tenido mucho que ver la actividad de la entidad del Paseo de Cervantes dentro del mercado de invierno. Porque la configuración de la plantilla al inicio de la temporada provocaba que no existiera demasiada versatilidad, en especial en las posiciones de vanguardia. Tanto Geni como Jito y Azkorra presentan un perfil de futbolista muy similar y, actuara quien actuara, las prestaciones que podían ofrecer eran bastante parejas.
Por eso pese a que en diferentes oportunidades tanto Luis de la Fuente primero como José Carlos Granero después decidieron alinear a dos de ellos de manera simultánea, lo cierto es que el experimento prácticamente nunca consiguió los efectos deseados.
Sin embargo, consciente de esta debilidad, el Alavés se puso manos a la obra con la apertura del mercado de fichajes y tras la llegada inicial del centrocampista Rubén Palazuelos se afanó por encontrar jugadores que pudieran actuar en la mediapunta y ofrecieran desborde, juego entre líneas, velocidad y verticalidad. Así, se hizo con la cesión del paraguayo Meza Colli en primera instancia y del joven Kike Tortosa, que será presentado hoy martes, después.
Además, la recuperación física de un hombre importante como Javi Casares -que se ha perdido una buena parte del ejercicio por lesión- añadía un nuevo candidato a ocupar esa demarcación. Granero dio el paso para apostar definitivamente por este esquema de la mano del gaditano y, de momento, los resultados le han dado la razón desapareciendo los argumentos contrarios al cambio. Y es que el aumento del potencial del equipo en esa zona ha permitido también que se beneficien las bandas y que, en consecuencia, los rivales deban tener en cuenta muchos más frentes si desean contener al Glorioso. En definitiva, el repertorio de la cara B albiazul promete.