Vitoria. La de ayer fue una jornada especialmente ajetreada para Luisma. Casi sin tiempo para recoger todos sus enseres de su casa, paso por las oficinas de Mendizorroza para desvincularse del Deportivo Alavés, visita a las instalaciones de Ibaia para despedirse de sus compañeros y recoger sus últimos bártulos, desplazamiento hasta Amorebieta para firmar su nuevo contrato, asentarse en su nuevo hogar y, a última hora de la tarde, afrontar el primer entrenamiento en su nuevo equipo a las órdenes de Axier Intxaurraga. Un cambio radical en la vida del futbolista cántabro forjado en poco menos de veinticuatro horas.

"Es lo que tiene el fútbol, que no sabes cómo van a suceder las cosas. Ya solo tengo en mente el Amorebieta, ver si lo puedo hacer bien allí y coger minutos, que siendo joven es lo que más necesito", explicaba el extremo cántabro poco antes de subirse en el coche en Ibaia para dirigirse a su nuevo destino.

Toda la operación se ha desarrollado en un tiempo récord y, aunque en un principio Luisma tenía decidido continuar en Vitoria, la propuesta del Amorebieta, donde al menos podrá disfrutar de oportunidades, se presentaba como una oferta difícil de rechazar.

"Mi intención desde el principio, y así se lo transmití al entrenador, era quedarme en el Alavés y seguir aprendiendo. Aunque no haya jugado minutos, solo con los entrenamientos con la plantilla que hay y el cuerpo técnico, estaba aprendiendo muchísimo, pero, al fin y al cabo, lo que necesitas, y más siendo joven, es coger minutos jugando partidos. A ver si tengo esa suerte en el Amorebieta y aprovecho bien mis oportunidades", explicó.

Luisma deja atrás un vestuario plagado de amigos, sobre todo sus inseparables Indiano y Javi Montoya, con los que ha compartido piso durante sus meses de estancia en Vitoria, de los que se lleva un recuerdo muy especial: "Me llevo muy buenos recuerdos, sobre todo de una afición que es de diez".