¿Cómo está siendo su experiencia en el banquillo del Burgos?
Lo normal es siempre decir que estás bien, pero la situación es complicada. Parece mentira decir que estamos en el mejor momento de la temporada cuando venimos de ganar un partido y de empatar otro, pero la verdad es que esto es noticia. Estos dos últimos partidos nos han servido para cambiar el estado de ánimo y demostrar que el equipo no es tan malo como para no estar peleando.
Un entrenador como usted, que casi siempre ha estado peleando por el ascenso, ¿cómo eligió una plaza tan complicada como la de Burgos?
Me come la casa y no sé estar sin hacer nada. Igual no me lo pensé mucho ni todo lo que debía porque ya estaba con ganas de entrenar, pero tampoco me arrepiento de haber venido a un equipo que se encuentra en una situación difícil. Es otro tipo de reto que ya conozco y que hacía mucho tiempo que no se me presentaba. Cogí al Zamora como colista y con muchos puntos de desventaja, pero nos acabamos salvando. Aquella temporada fue una de las mejores de mi carrera porque en la segunda vuelta firmamos números para ser primeros de grupo y, al final, nos salvamos quedando en la zona media.
Es triste decirlo, pero el Burgos está en su mejor momento cuando solo tiene siete puntos.
Los dos últimos resultados nos han cambiado la cara. El equipo ha demostrado que es capaz de competir de tú a tú. Pese a todo, la verdad es que no estamos para tirar cohetes y tenemos que seguir trabajando y hablando bajito. No vamos a salir de abajo de repente. Estos últimos cuatro puntos nos han servido para meternos ahí, pero la distancia con la permanencia es de ocho. Además, cuando las dinámicas son perdedoras recortar un solo punto cuesta muchísimo. Pese a ello, ahí estamos peleando y estos últimos resultados tienen que servirnos para ver que tenemos opciones de competir.
Se estrenó con expulsión del portero en Ponferrada, ante el Mirandés les pitaron dos penaltis en contra cuando iban ganando, Osasuna les remontó en casa...
Eso es la Ley de Murphy. Tenemos una plantilla corta, muchos lesionados importantes, malos arbitrajes... Se nos ha juntado todo, pero no podemos perder el tiempo con lamentaciones que no sirven para nada. Los últimos resultados nos han servido para cambiar la cara, porque cuando pierdes siempre el balón quema mucho más y ser farolillo rojo genera problemas a nivel mental.
Para visitar Vitoria, como que no es el mejor momento.
Está claro que no es una buena plaza porque estamos viendo un Alavés al alza, un equipo que va a más. En verano tuvo muchas incorporaciones y le ha costado arrancar, pero se ha producido un cambio y se ha metido en una dinámica positiva que le va a llevar a estar arriba.
¿Le da vueltas a la cabeza por la posibilidad de seguir en el club que tuvo el pasado verano?
La verdad es que sí, que pienso mucho en ello. Veo al club con cariño, pero también con envidia porque me habría gustado mucho seguir. Yo me sentí muy bien tratado en Vitoria, muy a gusto en el club y con la afición y sabía que se iba a producir un cambio muy importante. Ahora el Alavés cuenta con mucho más apoyo del que había tenido en los últimos años y te da envidia haber estado allí y no haber podido seguir. Yo me considero, aunque sea una parte infinitesimal, como una parte de este Alavés y deseo que por fin sea este el año del equipo.
Al final ese desembarco de los inversores terminó por producirse cuando el Alavés parecía abocado a lo peor y usted ya estaba pensando en la nueva plantilla.
Bueno, el cambio estuvo anunciado durante todo el año, aunque la verdad es que todos esperábamos que se pudiera haber producido mucho antes. A partir de ahí, entiendo las motivaciones de los nuevos dirigentes, que optaron por partir de cero como es normal. Con respecto a la confección de la plantilla, lo cierto es que estuve muy pocos días trabajando sobre ello.
La temporada en el Burgos no está siendo sencilla, pero tampoco fue fácil con lo que le tocó lidiar en un Alavés en convulsión constante desde el punto de vista institucional y con problemas en los pagos.
Pasaron muchas cosas que no son deseables, pero el equipo siempre fue honrado. Comenzamos muy bien la temporada, en los dos primeros tercios conseguimos muy buenos resultados y luego acabamos bastante mal, pero después volvimos a ser muy competitivos en el play off de ascenso. En esa eliminatoria contra el Lugo no tuvimos nada de suerte. En Vitoria teníamos que haber ganado y allí el resultado bien pudo haber sido otro. Podíamos haber alcanzado la eliminatoria definitiva, pero...
Se pondera mucho la actual plantilla del Alavés, pero en su etapa lo que destacó fue la unidad de todo un equipo en el que cada jugador se sintió importante.
La unión dentro del vestuario es lo que yo considero más importante dentro de un proyecto. En ese equipo todos teníamos el mismo objetivo y, a pesar de los malos momentos, la unión del equipo siempre se mantuvo firme. De nada te sirve tener a extraordinarios jugadores, ya que si no forman parte del colectivo y solo miran por sus propios intereses todo se resiente.
¿Qué le parece el actual Alavés?
La plantilla me encanta y está en muy buenas manos con Granero como buenas eran las de De la Fuente. El problema es que en el mundo del fútbol hay mucha exigencia y cuando los resultados no llegan la gente comienza a ponerse nerviosa. El equipo empezó la pretemporada muy tarde, con muchos jugadores nuevos y muchas lesiones y eso se paga, pero en los últimos partidos el rendimiento ha mejorado. Creo que este tiene que ser el año del Alavés porque le veo como uno de los cuatro mejores equipos de Segunda B.
La visita a Vitoria, en lo personal...
A esta pregunta no tengo ni que responder. La ciudad y sus habitantes hablan por sí mismos. Me sentí muy a gusto en Vitoria y en el Alavés, muy querido y respetado en mi trabajo. El ambiente era extraordinario y la afición siempre estuvo con el equipo. Fue un año muy bonito en lo personal.