Vitoria. Al Deportivo Alavés le llega la hora de confirmar que es un aspirante a estar en Segunda División la próxima campaña. Con el primer cuarto de temporada ya quemado habiendo dejado en el camino el primer cadáver, en este caso el del entrenador Luis de la Fuente, al conjunto vitoriano le toca pintar el futuro de color esperanza. Con los puestos de play off a tiro de piedra a pesar de haber firmado más minutos de bochorno que de dignidad futbolística, el cuadro albiazul tiene que empezar a pisar el acelerador a fondo en el tramo final de la primera vuelta para comenzar a recortar diferencias con los rivales directos que le han cogido la delantera en los diez primeros compromisos ligueros. Tiempo hay por delante, pero tampoco se puede seguir dejando pasar fechas en el calendario eternamente.
Tras la buena imagen mostrada en Palencia, el equipo de José Carlos Granero tiene que demostrar que la goleada no fue producto de las circunstancias. Se quedó el técnico valenciano satisfecho con el trabajo de sus pupilos en dicho partido, pero a la manita hay que darle continuidad con una segunda victoria consecutiva, otros tres puntos que seguramente permitirían al Alavés engancharse definitivamente a los puestos de play off.
Para conseguirlo, tiene el cuadro albiazul que romper con dos malas rachas: la de no encadenar dos victorias seguidas y la de no ganar en Mendizorroza. Veintiocho partidos consecutivos acumula el conjunto vitoriano sin sumar seis puntos seguidos y desde el triunfo contra el Eibar en la cuarta jornada tampoco es capaz de imponerse como local, sumando ya tres empates seguidos ante su afición.
El objetivo no es otro que finiquitar esas dos tendencias negativas para demostrar definitivamente que el Alavés tiene galones para estar entre los mejores. Lo demostró con su goleada en Palencia y ha de volver a certificarlo ante un Sestao River que no lo pondrá tan fácil como el conjunto castellano.
Para conseguirlo, Granero parece decidido a apostar de nuevo por los mismos once jugadores que tan buena parte cuajaron en La Nueva Balastera. La única duda está en la figura de un Jon Moya que en las últimas horas ha atravesado un proceso vírico que le ha mermado las fuerzas, aunque el central vizcaíno se ejercitó ayer y pretende no perder el sitio en el once que tan bien defendió en Palencia.
La apuesta por el 4-4-2 es clara y el hecho de contar con dos referencias ofensivas fijas convierten en extremadamente peligroso a un Alavés que por algo es el máximo goleador del Grupo II.
Con el gol prácticamente asegurado, el objetivo en el que se está centrando el preparador valenciano es en dotar a su equipo de una solidez defensiva de la que ha adolecido durante todo el curso. Ya en Palencia se pudieron comprobar los primeros avances ante un rival al que apenas se le concedieron ocasiones, pero el Sestao River, con un estilo muy directo, pondrá de nuevo a prueba este entramado defensivo en el que Granero se está volcando en busca de una mejoría.
El conjunto vizcaíno se ha convertido en una de las sorpresas agradables del arranque del curso. A pesar de ser un recién ascendido, el equipo de Félix Sarriugarte ha demostrado un enorme potencial practicando un fútbol de mucha fortaleza física, con una defensa muy poderosa y un juego ofensivo muy directo, armas todas ellas que tendrá que inutilizar el Alavés.