Vitoria. 6 de febrero de 2011. A priori, un día cualquiera. Una fecha más del calendario sin aparente trascendencia. Sin embargo, para el Deportivo Alavés cobra cada vez más importancia y está resaltada con rojo intenso en su particular agenda. Y no precisamente porque tenga especial interés en que perdure el motivo de su recuerdo sino todo lo contrario. Esa fue la última vez en la que el combinado vitoriano pudo celebrar la conquista de un doblete liguero o, lo que es lo mismo, la consecución de dos victorias consecutivas en el torneo de la regularidad. Desde entonces, hace ya casi nueve meses, el cuadro albiazul ha sido incapaz de repetir unos resultados que, teniendo en cuenta su potencial, deberían ser habituales compañeros de viaje.
Por eso, se comprende fácilmente el empeño del equipo por aprovechar el impulso que supuso el estreno de José Carlos Granero al frente del equipo el pasado domingo para, por fin, rubricar el epílogo a esta nefasta racha el próximo sábado frente al Sestao en Mendizorroza. Después de derrotar a domicilio con cierta comodidad al Palencia, una victoria sobre el cuadro vizcaíno permitiría cimentar sobre unas mínimas bases de tranquilidad el nuevo proyecto y, además, dejar atrás definitivamente el recuerdo del lejano 6 de febrero.
Nada menos que 28 encuentros de Liga acumula el Deportivo Alavés sin ser capaz de sumar seis puntos de manera consecutiva. Desde la jornada 24ª del pasado ejercicio, con Miguel Ángel Álvarez Tomé al frente del banquillo, hasta hoy. Ni en el epílogo de la anterior temporada regular, ni en las dos eliminatorias de ascenso disputadas ni, por supuesto, en la actual campaña ha podido el equipo vitoriano romper la dinámica negativa que le persigue.
En aquella oportunidad, El Glorioso se impuso 1-2 en el Nuevo Las Gaunas al U.D. Logroñés después de que, una semana antes, hubiera hecho lo propio en casa sobre el Real Unión (4-1). El plantel albiazul logró el éxito, además, remontando en los minutos finales el gol inicial de Cervero gracias a los tantos de Jito y Óscar Martínez. Parecía la rampa de despegue definitiva del equipo hacia la consecución del campeonato del grupo y, sin embargo, supuso todo lo contrario. A partir de ahí el conjunto de Tomé inició un peligroso declive que a punto estuvo de costarle el billete para los play off de ascenso.
Dos pájaros de un tiro Por todo ello, la visita del Sestao Rivel al Paseo de Cervantes se antoja una excelente piedra de toque para comprobar el grado de recuperación del plantel de Granero y comenzar a aclarar si lo sucedido la semana pasada en La Balastera fue fruto de la casualidad o, como es deseable, se debe a una evidente mejora.
Y es que por si no fueran suficientes todos estos alicientes, el derbi del próximo sábado presenta también otro importante desafío para la escuadra vitoriana: recuperar el pulso en Mendizorroza. Porque, en las tres últimas comparecencias ante su público, el equipo no ha sido capaz de pasar del empate. Manteniendo ese pírrico balance de tablas, está claro que el Alavés no podrá aspirar a los puestos de privilegio de la tabla clasificatoria, por lo que está obligado a reencontrarse manera inmediata con la victoria en Mendizorroza. En el duelo de esta undécima jornada, por lo tanto, habrá muchísimo más que tres puntos en liza.