Santa Marta de Tormes. Una imagen vale más que mil palabras y, en el caso del Deportivo Alavés, la profunda decepción cosechada en la visita al Guijuelo se expresaba a las mil maravillas en la cara del director deportivo, Dani Barroso. Sentado al lado del presidente, Avelino Fernández de Quincoces, el máximo responsable deportivo alavesista negaba con la cabeza una y otra vez en el improvisado palco del estadio Alfonso San Casto de Santa Marta de Tormes. No, no y no. No está viendo Barroso ni el alavesismo al Glorioso que aspiran a contemplar. Ni mucho menos. Mucho dista este equipo de lo que pretende llegar a ser y las fechas del calendario siguen pasando sin que se aprecie una mejoría evidente y, lo que es peor, sin que lleguen los puntos que permitan seguir trabajando con cierta tranquilidad. No convence de momento este nuevo proyecto albiazul, pero lo peor de todo es que tampoco vence.

La primera parte que perpetró el cuadro albiazul estuvo plagada de despropósitos. Apostó Luis de la Fuente por dar entrada en la mediapunta a Sendoa. El problema es que el Guijuelo ya se conocía de sobra el guión y le puso un secante en la figura de Eloy Martín, que no se separó de su sombra y que, pese a ello, se sacó un par de pases de calidad que no fueron aprovechados.

Esas acciones y la insistencia de Casares para percutir por la derecha fueron los únicos aspectos que se pudieron situar en el haber de un equipo plagado de debes y que cedió el control absoluto del partido al Guijuelo. Por parte alavesista, un remate cruzado de Casares fue la única ocasión de toda la primera parte. Aún así, en el tramo final el cuadro vitoriano se estiró, pero sin tomar las precauciones necesarias atrás.

De un saque de esquina favorable construyó el Guijuelo un gol al no ser capaz Fachan de hacer una falta en el centro del campo para cortar una contra que disparó Valero por la derecha para servir un medido centro a Chema, que de un testarazo batió a Rangel en el descuento.

Una vez más, tuvo que llevarse un bofetón el cuadro vitoriano para reaccionar. Ya van unas cuantas ocasiones, pero no aprende este equipo a despertarse antes de verse por debajo en el marcador. En esta ocasión, y más a base de redaños que de fútbol, la escalada en las ocasiones de gol vino marcada por los ingresos en el campo de Geni y Luisma. Lo del capitán no se entiende. Un jugador que ofrece trabajo, cuenta con un enorme potencial en el juego aéreo y consigue sacar petróleo casi de todos los balones que toca, amén de tener una raza que a este equipo se le echa en falta muchas veces, se encuentra relegado a un sorprendente segundo plano.

Su entrada y la del cántabro, sensacional ejecutor a balón parado, le dieron al Alavés el aire del que había carecido con anterioridad, cuando se habia cansado de malgastar minutos sin apenas generar nada digno de mención. Con un juego más directo, buscando el uno contra uno en las bandas, las llegadas desde atrás de los laterales y los centros la área, el cuadro albiazul atosigó al Guijuelo hasta que el propio Geni, en el 66, se encargó de empatar con un cabezazo peinado a servicio de Dani López.

Quedaba tiempo de sobra para subsanar todos los minutos perdidos en el tramo inicial sin morder a un oponente endeble. Cada acercamiento alavesista suponía un enorme peligro, pero como la semana pasada ante la Arandina, el acierto en los remates fue esquivo. Muy al contrario, y como ya sucediera contra el cuadro burgalés, en una oportunidad salida de la nada, de un rechace de Luisma, Rangel vio cómo Eizmendi le colaba otro golazo increíble, y ya van unos cuantos esta temporada.

Quedaban 16 minutos, y tras el nuevo bofetón, el Alavés fue capaz de levantarse y percutir de nuevo, pero sin atinar a conectar el golpe definitivo en una de sus variadas ocasiones. Derrota, sinsabor y unas malas sensaciones que hay que desterrar cuanto antes, primero con puntos y, después, con un fútbol convincente.