En el fútbol de hoy en día, en el que dar tres pases seguidos, llevar el peso del juego y generar peligro a través del control del balón es cada vez más complicado, manejarse bien en las jugadas a balón parado es una garantía de éxito. La importancia de este tipo de acciones ha ido creciendo en importancia a lo largo de los últimos años hasta llegar a convertirse para muchos equipos en la principal fuente de consecución de goles. De ahí que su dominio, sobre todo en una categoría como la Segunda División B en la que hacer un fútbol florido es bastante complicado, resulte tan importante. Lo demostró la pasada temporada el propio Deportivo Alavés de la mano de la pizarra de un Miguel Ángel Álvarez Tomé tocado por la varita de la genialidad y con un trabajo exhaustivo de todo tipo de jugadas a balón parado -cabe recordar la efectividad que tuvo el equipo en una jugada habitualmente insignificante como los saques de banda-, pero en el arranque de este curso a los pupilos de Luis de la Fuente se les está atragantando esta faceta tan importante del fútbol y los tres goles que Rangel ha encajado hasta la fecha han llegado en este tipo de acciones. Un problema estratégico que el técnico de Haro tiene que esforzarse en corregir cuanto antes.
Osasuna B y Real Sociedad B se han encargado de descubrir en las dos primeras jornadas los apuros que sufre el Alavés cada vez que tiene que defender una jugada a balón parado. Son muchos los factores a tener en cuenta en este tipo de acciones, pero uno de los más importantes es el de la confianza. La que tiene que transmitir el portero a la defensa y también la que los zagueros tienen que trasladar al guardameta. Pues bien, en este arranque de curso, ni el uno ni los otros han sido capaces de ponerse de acuerdo para solventar los enormes problemas que ha padecido el equipo cada vez que el oponente ha disfrutado de una falta en las proximidades del área o de un saque de esquina. Curiosamente, los tres goles que ha encajado el cuadro albiazul han llegado a través de este tipo de acciones, tan peligrosas en el fútbol actual y que tan importante es manejar bien, tanto a nivel defensivo como ofensivo.
En el estreno en el Reyno de Navarra ya demostró el Alavés que le cuesta mucho defender las jugadas a balón parado. Vallejo comete el penalti en la salida de un córner que la defensa no es capaz de despejar y el gol del empate en tiempo de descuento llega en un rechace de puños de Rangel a una falta lateral. Pero, por si fuera poco, además de estas dos acciones se produjeron unas cuantas más en las que el filial osasunista no encontró el camino del gol por desacierto propio después de haber aprovechado a la perfección los fallos de marcaje de la zaga alavesista, errores que volvieron a repetirse el sábado en Mendizorroza y que propiciaron, por ejemplo, el gol inicial del partido con el que Etxabeguren puso por delante a la Real Sociedad B, aunque no fue ésta la única ocasión en la que el filial txuri urdin sembró el pánico en las gradas del estadio del Paseo de Cervantes.
falta de sintonía La falta de tiempo que el equipo ha tenido para trabajar en conjunto ha propiciado que los automatismos necesarios para encarar este tipo de acciones donde la colocación y la concentración son tan importantes no se hayan puesto en funcionamiento. Los defensas no acaban de entenderse entre sí y muchas veces tampoco con un Rangel que está sufriendo muchísimo cada vez que el rival pone en marcha sus jugadas de estrategia a balón parado.
Se une a esta falta de conexión las particulares características del meta albiazul, que no es especialmente alto para su puesto (1,78 metros). Esa falta de centímetros la compensa Rangel con una actitud expeditiva a la hora de salir a cortar los balones aéreos, pero en varias acciones no ha medido bien sus salidas y también ha generado unas dudas que hay que disipar cuanto antes.