Vitoria. Poco se puede hacer cuando un boxeador genial encadena una serie de golpes definitivos y en este arranque de curso el Deportivo Alavés ha demostrado que es un auténtico especialista en esto de tumbar a sus rivales en base a su tremebunda pegada. Sufriendo, pasándolo mal, estando incluso a punto de doblegar la rodilla, este equipo cuenta con los recursos suficientes como para sacarse un golpe maestro de la chistera. Una finta aquí. Un requiebro allá. Un toque de clase. Poco más le hace falta para conseguir la conjunción perfecta que maquilla, por el momento, las carencias que arrastra. A golpe de gol, así se maneja El Glorioso en el estreno del curso y así finiquitó ayer el duelo contra una Real Sociedad B que durante muchos minutos amenazó la calma de la victoria que precisaba el cuadro albiazul y que llegó a golpe de gol.
Como le ocurriera en el Reyno de Navarra, el conjunto vitoriano volvió a sufrir lo indecible para frenar las jugadas al balón parado del rival. Ni Rangel ni sus guardianes transmiten aún la suficiente seguridad en este tipo de acciones y lo que tan caro se pagó en el estreno del curso también pasó factura ayer. Aprovechó de maravilla la Real Sociedad uno de los muchos saques de esquina que le concedió el Alavés en el arranque del partido para, en el minuto 11, abrir el marcador en un fallo de marcaje que aprovechó Etxabeguren para, a pesar de su mal remate, batir a Rangel con la ayuda de un rechace de la defensa. Otra vez a remar contra una corriente que se ha puesto muy en contra en un arranque de curso que para nada está resultando apacible.
Como si fuera un calco de lo ocurrido ante Osasuna, amenazó naufragio el equipo de De la Fuente durante los minutos posteriores al gol donostiarra. La sensación de peligro que transmitían los pupilos de Meho Kodro se unía a la inseguridad de un Alavés incapaz de sacar el balón con acierto y puesto en manos de un Indiano que fue el único capaz de poner un punto de criterio para salvar al equipo de un hundimiento propiciado por su inseguridad a balón parado y su falta de eficacia para sacar el balón sin ponerse en complicaciones.
Por fortuna, y demostrado ha quedado, a este Alavés la calidad no es algo que le falte. De Rubio a Rubio. De Javi a Óscar. Una apertura a banda del centrocampista. Una llegada del lateral. Un centro al segundo palo y una irrupción mágica, la de Sendoa. El gol del vizcaíno, caño, giro, defensa sentado, disparo cruzado, palo y red, de antología. En el minuto 30 igualaba el cuadro albiazul a base de la clase de un jugador de otra categoría e hinchaba sus pulmones con un aire renovado.
El gol fue calma y la calma fue control. Sufre lo indecible este nuevo Alavés cuando no disfruta del control del esférico, pero cuando lo puede manejar entre sus pies la agonía cambia de acera. Con el liderazgo perenne de Indiano y los galones de un Sendoa que hizo temblar a la Real cada vez que cogió el balón, el conjunto vitoriano recobró la compostura y demostró que si quiere puede marcar las diferencias con su gran clase.
El paso por los vestuarios no hizo sino reafirmar este lavado de cara. Se adueñó por completo el Alavés del balón y solo sus errores propios en algunos pases defectuosos generaron inquietud en una grada de Mendizorroza que se alegró con el primer esbozo positivo de su equipo esta temporada.
A ese control absoluto del esférico se le unió pronto el acierto en el remate con una nueva acción de genialidad, esta vez con Jito como protagonista. Tras una gran conducción de Sendoa, el catalán recibió en la frontal y se sacó un zapatazo alto que superó a Mandaluniz. Era el minuto 54 y el cuadro albiazul ponía el resultado a su favor. Solo quedaba amarrarlo, evitar que, como en Pamplona, se escapasen dos nuevos puntos que pudieran acabar pesando. Y esta vez sí que supo el equipo de De la Fuente manejarse. Y lo hizo a través de conservar el balón, de cederlo lo menos posible, aunque tocó volver a pasarlo mal y, de nuevo, a balón parado. Fue Indiano el encargado de cortar cualquier atisbo de sufrimiento con un gol, con la zurda, en el 88. El primer triunfo de la temporada ya es un sólido ladrillo en la construcción del nuevo proyecto albiazul.