Más allá del resultado cosechado, el Deportivo Alavés demostró en el estreno de la temporada en el Reyno de Navarra que, en estos momentos, es un equipo en construcción. La lógica en el mundo del fútbol es aplastante y los condicionantes por los que ha venido marcado el verano ya anticipaban que el arranque del curso no le iba a resultar nada sencillo al cuadro albiazul. Muchas piezas nuevas que ajustar, tanto dentro como fuera del campo, y muy poco margen de tiempo para realizar una cuadratura del círculo ya de por sí bastante complicada. El necesita mejorar con el que puede rubricarse el inicio de la temporada viene marcado por las apreturas de un calendario de trabajo en el que no ha habido tiempo suficiente para ensamblar a un equipo renovado casi por completo al que, como es lógico, le faltan todos los automatismos necesarios para generar juego y confianza.

Ante Osasuna B, el Alavés empató al igual que pudo haber ganado o perdido, pero, en cuestión de sensaciones, el cuadro albiazul dejó claro que está lejos de lo que tiene que llegar a ser. Solo durante los quince primeros minutos del partido se plasmó sobre el césped del viejo Sadar la idea de juego que Luis de la Fuente quiere inculcar a sus pupilos, con mucho movimiento de balón y preeminencia del toque sobre el desplazamiento en largo. Fueron esos los minutos de Indiano, llamado ahora sí a erigirse en el líder de un centro del campo en el que Javi Rubio también tendrá galones cuando físicamente se entone y en el que también Lázaro se descubrió como un jugador que va a ser muy importante.

Más allá de esa muestra de intenciones, lo cierto es que los primeros apuntes albiazules figuran más en el casillero del debe que en el del haber. El más sangrante, sin lugar a dudas, es una endeblez defensiva que le obligó a pasar serios apuros ante un filial osasunista que consiguió marcar dos goles y que dispuso de varias ocasiones muy claras de perforar la meta de un Rangel que en su estreno demostró unos reflejos espectaculares a la vez que dificultades en los balones por alto.

mal a balón parado En este sentido, el guardameta valenciano pagó la inseguridad de su defensa en las jugadas a balón parado. Sobre todo en el tramo final del partido, Osasuna B percutió una y otra vez en estas acciones, generando muchas ocasiones de peligro y llegando a marcar el empate en el último minuto. Errores en los marcajes y una concentración deficiente que han de corregirse cuanto antes, ya que la estrategia es una de las principales fuentes goleadoras en el fútbol moderno.

Fue esta inseguridad defensiva, unida a una falta de picardía para matar el partido perdiendo tiempo al final, la que impidió al Alavés llevarse los tres puntos en su estreno liguero, puntos que esta semana permitirían trabajar con un poco más de tranquilidad en la puesta a punto, tanto física como táctica, de un equipo que ya sabe lo que quiere pero al que le queda un largo camino para alcanzar su objetivo.

En el plano ofensivo, la idea es clara. Circular el balón a ras de césped, con preponderancia para los mediocentros y búsqueda de rápidas aperturas a las bandas, ya sea para los extremos o para las llegadas desde atrás de unos laterales a los que aún les falta recorrido. Es en el centro del campo y en las bandas donde el Alavés pretende ser poderoso, jugadores de calidad le sobran para ello, y en Pamplona se pudo ver una pequeña muestra.

Eso sí, a base de potenciar la presencia de jugadores en la zona ancha, hasta cinco ya sea con el sistema 4-2-3-1 o con el 4-1-4-1, se pierde una referencia en la punta de ataque, donde tanto Azkorra al principio como Geni en la segunda parte se encontraron bastante solos. Tanto el vizcaíno como el asturiano, muy hábiles para bajar balones al césped, necesitan el apoyo de un segundo punta o la incorporación desde atrás de centrocampistas que se sumen al remate, algo que este Alavés en fase de construcción también echó en falta en su puesta de largo del pasado sábado.