Pamplona. El calendario competitivo no hace distinciones y señala que la pretemporada concluyó el pasado viernes. Las manecillas del reloj decretaban que la hora de la verdad, la primera, estaba fijada en las seis de una tarde de excepcional bochorno en el Reyno de Navarra. Y tras un período de preparación al que le han faltado algunos días, el Deportivo Alavés demostró que todavía tiene que llevar a cabo muchas sesiones de entrenamiento para acercarse a lo que quiere ser. El nuevo curso se inició con el varapalo de perder los dos primeros puntos de la temporada en el último minuto de un partido del que al cuadro albiazul le sobró toda la mitad. Pequeños detalles, algunos chispazos de clase y talento, pero un resultado que hace comenzar a contrapié en una competición en la que cada punto va a valer su peso en oro. Eso sí, tampoco es el momento de echarse las manos a la cabeza y comenzar a despreciar todo lo realizado hasta ahora. Tiempo hay más que de sobra por delante para pulir defectos, que los hay y muchos, y sacar un mayor partido a unas virtudes que también abundan.

Desde el primer minuto los pupilos de Luis de la Fuente se empeñaron en mostrar la imagen del equipo que aspiran a ser. Pretende este nuevo Alavés hacer del balón un amigo a base de tratarlo con suavidad, de conducirlo a ras de suelo y de no darle patadones más allá de los estrictamente necesarios. Con un 4-2-3-1 en el que Indiano y Javi Rubio intentaron llevar el mando del partido, el cuadro albiazul firmó un arranque ilusionante, pero que tuvo un límite de caducidad inmediato antes del cual Azkorra no pudo sacar provecho a un sensacional pase del madrileño.

La lógica del verano es aplastante y a este equipo, renovado casi al completo, le hace falta tiempo para ensamblarse y adquirir los automatismos que solo se consiguen con el paso de los días de entrenamiento. Si a eso se le une el calor y se le añade un error puntual de un Vallejo que se equivocó a la hora de realizar un despeje, el cóctel se convierte en explosivo.

Esa intención de sacar el balón jugado fue la que llevó al canterano vitoriano, debutante ayer con el primer equipo, a no despejar a la primera y dejar llegar el esférico al suelo. Cuando fue a golpear, Manuel ya lo había controlado y el albiazul impactó con la pierna del rojillo provocando un claro penalti, en el minuto 16, que Torres transformó engañando a Rangel.

Por debajo en el marcador, al Alavés le temblaron las piernas durante unos cuantos minutos que a punto estuvieron de ser mortales si no llega a aparecer, en ocasiones milagrosamente, un guardameta albiazul especialmente inspirado para atajar un par de acciones en las que el cuadro navarro ya casi festejaba el gol. Sufrió lo indecible el equipo de un De la Fuente que decidió girarse hacia el banquillo para dar entrada a Lázaro, en el minuto 24, en sustitución de un Vallejo al que mentalmente le pasó factura el error cometido.

Con la entrada del mediocentro navarro, el cuadro albiazul recobró la compostura que había perdido. Y lo hizo, además, gracias a un par de genialidades de un Lázaro que puso la igualada con un tremendo zapatazo desde treinta metros y que sirvió posteriormente, tras dejar sentada a toda la zaga osasunista, una asistencia de oro a Sendoa, quien contó con la colaboración de Eslava para alojar el balón en la portería de Elías. En apenas veinte minutos, el Alavés resolvía una papeleta que se había puesto complicada.

desastroso final Tras esa remontada, el cuadro albiazul se apagó por completo en un paso por vestuarios de los que el Alavés pareció no regresar. Ni ideas ni intenciones de llevar el balón, de conservar el esférico y dejar correr las manecillas del reloj. Las intervenciones de Rangel a las acometidas osasunistas permitieron sujetar el marcador hasta el último minuto del descuento, cuando Eslava, en una nueva acción a balón parado en la que la zaga vitoriana naufragó, empalmó de volea un rechace que dejó el Alavés sin dos puntos que parecían en el bolsillo y que suponen el primer varapalo de la temporada para un equipo que dejó claro que tiene que afinar su puesta a punto.