vitoria. Una partida de ajedrez al más alto nivel en la que ninguno de los jugadores mueve ni un milímetros sus piezas. Esa es la paradójica situación que describe el momento actual del interminable proceso de capitalización que está viviendo el Deportivo Alavés. Tras el anuncio el pasado lunes del acuerdo entre Saski Baskonia y la familia Ruiz de Gauna, parecía que por fin aparecía la luz al final del oscuro túnel en el que está inmerso desde hace muchos meses El Glorioso. Sin embargo, conforme avanzan los días, parece cada vez más que esa ilusión pudo ser un simple espejismo.

Porque la situación continúa encallada exactamente en el mismo punto que hace semanas. Ese aparentemente gran obstáculo no es otro que el crédito de dos millones de euros que el grupo liderado por Josean Querejeta pretende obtener de Caja Vital. Pues bien, el inmovilismo de ambas partes mantiene la negociación sobre este punto -básico e imprescindible bajo el prisma baskonista- en un peligroso punto muerto. El desencuentro es evidente y público desde el primer instante. Los inversores pretenden obtener el préstamo sin ofrecer ningún aval personal ni de su propio patrimonio y la entidad financiera considera absolutamente insuficientes las garantías que se le presentan.

Estas no son otras que el acuerdo institucional que garantiza subvenciones públicas durante los próximos ejercicios y el alquiler de las instalaciones de Izarra -inicialmente por la Diputación y después a través de la sociedad foral Álava Agencia de Desarrollo- durante diez años a razón de 200.000 euros anuales y una posterior opción de compra sobre dichas instalaciones. A juicio de los técnicos de Caja Vital, la operación es absolutamente imposible de llevar a cabo en esos términos y únicamente si cuenta con otro tipo de avales -personales de aquellos que solicitan el crédito- se replanteará variar su postura. Como quiera que la comisión de riesgos de la entidad financiera no se encontró en su reunión de ayer ninguna novedad sobre la mesa, su decisión se mantuvo inamovible y, en consecuencia, la comisión ejecutiva volverá a no tratar en la jornada de hoy jueves el asunto.

Es decir, lo mismo que ha sucedido desde hace más de un mes. Y es que ni Caja Vital ni Baskonia han variado un ápice su posición inicial desde que arrancó la negociación. Tanto en público como en privado ambos se reafirman en sus posturas y advierten de que continuarán en ellas hasta el final. Un epílogo que cada vez se encuentra más cerca. Especialmente, porque mañana viernes concluye esta fase de la ampliación de capital y si para entonces no se han depositado los 2,5 millones de euros habría que esperar a una nueva apertura -que sería ya la última y no podría prolongarse más allá de catorce días de duración- para poder efectuar el traspaso de poderes.

Consciente muy probablemente de esta circunstancia, la Diputación ha tratado en los últimos días de ejercer una labor de mediación. De hecho, el diputado de Hacienda, José Luis Cimiano, ha mantenido diversos encuentros con las partes implicadas. En ellas, sin embargo, no se han producido avances significativos que permitan aventurar que la situación se pueda resolver en breve. Se plantea, por lo tanto, una encrucijada con tres únicos caminos. O el crédito se hace realidad y todo se soluciona o el Baskonia da marcha atrás y renuncia definitivamente a desembarcar en el Paseo de Cervantes o acepta el reto de capitalizar el club sin el préstamo y lo negocia después.