Vitoria. El pasado sábado, apenas 24 horas antes de que el Deportivo Alavés se jugará su futuro en Mendizorroza ante el Melilla, la junta directiva albiazul lanzó un duro comunicado contra el Baskonia, en el que conceptos como "excusas", "desacreditar, "cabeza de turco o "juguete político" presidían cada párrafo del texto. Harta de lo que consideraba un trato discriminatorio frente las loas y alabanzas con las que las instituciones acogieron al nuevo grupo inversor, la familia Ruiz de Gauna no desperdició la que sabían que era una de sus últimas cartas con el membrete oficial de la entidad vitoriana.
Muchas semanas después de asegurar que "no serían obstáculo" para la entrada de Josean Querejeta. Varios días después de anunciar públicamente que el acuerdo ya estaba prácticamente cerrado, los acontecimientos, como adelantó ayer este periódico, se apresuraron hasta el OK definitivo. Una escueta nota de prensa, el arma utilizada por ambas partes para lanzar sus mensajes y, por el mismo precio pero como segunda intención, mantener informados a los aficionados del tortuoso devenir de los acontecimientos.
El 2 de abril, el Baskonia ponía sobre la mesa su deseo por tomar las riendas del Deportivo Alavés. El nombre de Josean Querejeta sobrevolaba el estadio del Paseo de Cervantes desde hacía tanto tiempo que, probablemente, ni siquiera los propios implicados sabrían fechar con concreción. Cada martes, Claudio Rodríguez, teniente de diputado general, recurría al mejor manual de oratoria para emular a Cicerón y decir algo sin decir nada mientras el Ejecutivo foral intentaba cerrar un acuerdo de mínimos con los nuevos inversores. El acuerdo llegó, pero en ese momento tanto la propia Diputación como el presidente de Saski Baskonia pasaron a un segundo plano en beneficio de la Caja Vital, cuya negativa inicial a conceder el crédito de 2,5 millones al club azulgrana congeló sine die el adiós de un Alfredo Ruiz de Gauna que ha acabado aceptando las condiciones de pago fraccionado de los 500.000 euros y al que sus vástagos han optado por mantener fuera de la primera plana. Su hija, Vanessa Ruiz de Gauna, se convirtió por deseo propio en la cabeza visible del Deportivo Alavés. Una invitada inesperada para una situación que tal vez ha quedado demasiado grande a los propietarios de Viajes Bidasoa, impotentes ante un ninguneo un tanto inmerecido prácticamente desde el primer día. Al final, con incontables comunicados de prensa de por medio y un novedoso uso de las nuevas tecnologías para la propaganda, el Alavés deja paso a una nueva cúpula directiva. Ya se lo dijeron a Enrique III. El rey ha muerto, viva el rey.