Hay quien sostiene aún hoy que aquel equipo saltó timorato al césped del Westfalen Stadium; incapaz de enfrentarse al peso de la historia del legendario Liverpool. Y que por eso encajó tan pronto dos goles que condicionaron el resto del partido. Esas sensaciones se dieron incluso en el propio vestuario, aunque sus protagonistas no las recuerden hoy o prefieran seguir manteniéndolas en clausura diez años después. "Al equipo le faltaba tensión. Había llegado a la final después de endosar nueve goles en la semifinal al Kaiserslautern y se notaba cierta euforia", recuerda hoy uno de aquellos protagonistas, que añade: "El mister pidió en los días previos que tensionáramos el ambiente porque había demasiada relajación". Cierto o no, la película de los hechos demuestra que el equipo reaccionó, se sobrepuso y perdió el miedo a partir del segundo gol. "Creo que cargamos con demasiada responsabilidad y ése era un papel que correspondía al Liverpool", sostiene desde Valencia el delantero Javi Moreno, uno de los grandes protagonistas de aquella final al anotar dos goles.
Es seguro también que en aquella reacción influyeron extraordinariamente las personalidades más acusadas de aquella plantilla. Karmona, Desio, Geli... Y es seguro porque ese mismo grupo ya protagonizó un precedente similar la víspera de la final. Ocurrió antes de la cena, en uno de los salones del coqueto hotel de Bochum donde estuvo concentrado el equipo, a escasos 40 kilómetros de Dortmund. Un jovencísimo Iván Alonso, aún hoy en activo con el Espanyol, recuerda bien aquel episodio: "Se cerró la puerta. Sólo estábamos los jugadores, sin técnicos ni directivos. Allí estaba la gente con más años, con más peso, la más representativa del equipo y creo que la frase que nos marcó a todos fue la de "chavales, seamos todos conscientes de lo que nos jugamos mañana". Nos miramos a la cara, nos dimos media vuelta, nos levantamos y nos fuimos a cenar. Fue una charla cortita, muy pocas palabras y una frase que caló muy hondo". Fue la conjura de Bochum. El espíritu de la banda que mantuvo vivo al equipo hasta el último suspiro.